Los docentes privados no queremos ser privados de la negociación colectiva

La ausencia de negociación colectiva impide mejorar las condiciones de trabajo de los docentes privados. La responsabilidad es de los empleadores de la enseñanza de gestión privada. SADOP va a adoptar todas las medidas legítimas de acción sindical disponibles.

15 de Noviembre 2012

Conflicto por el Convenio Colectivo

Por Mario Román Almirón

Secretario General

Consejo Directivo Nacional – SADOP

 

Un cambio de paradigma

La discusión entre la docencia privada y sus empleadores es el resultado de un cambio de estructura en el mundo del trabajo. Existe una contraposición entre los que conciben el trabajo como Derecho Humano y aquellos que lo ven como mercancía.

El conflicto que hoy vive la docencia privada con sus empleadores –y que SADOP expresa– puede verse como el resultado de un cambio de paradigma en el mundo del trabajo. Utilizamos la expresión "paradigma" para referirnos a un modelo, a un marco teórico para interpretar los fenómenos en el contexto de una sociedad determinada.

Durante los 90 nuestro país sufrió una política económica de inspiración neoliberal. Esa política impactó de modo concreto en las relaciones laborales. El paradigma de la “flexibilidad laboral” gobernó durante más de una década la dinámica de las relaciones entre trabajadores y patrones. A partir de una enorme globalización financiera –con la desregulación general de los mercados, incluido el que los liberales llaman: “mercado de trabajo”– y una redefinición del rol del Estado se generó una nueva consideración sobre el trabajo y los trabajadores.

En el mundo del trabajo hay dos lógicas en pugna: la del capital y la del trabajo. Los 90 significaron la brutal definición en contra del trabajo y a favor del capital financiero. La profundidad de este cambio es tal que todavía hoy nos cuesta describir todas sus consecuencias con precisión. La destrucción del empleo generó una nueva categoría de “trabajadores desocupados”; a la par que aquellos que tenían trabajo veían disminuido su salario y erosionadas sus condiciones laborales (ausencia de estabilidad[1], recorte en las vacaciones, insalubridad, falta de formación profesional, entre otras). Una verdadera catástrofe social, que puso al país al borde de la desintegración social y política en el año 2001. La naturalización de dicha catástrofe es una de las más grandes tragedias de Argentina. Nos muestra el poder del liberalismo para imponer modelos culturales impregnados de individualismo y reactivos al espacio público.

En el año 2003, con la asunción de Néstor Kirchner como Presidente de la Nación, se produce un cambio de paradigma en el mundo del trabajo. El Estado recupera su rol simbólico de referente insoslayable para los actores sociales. Y vuelve a ser un elemento central en la conformación de una identidad nacional y suramericana. En el plano económico, transitamos del enfoque neoliberal a una visión que privilegia el trabajo y la producción nacional con valor agregado y fomenta el pleno empleo. Esto impacta de manera directa en el mundo de las relaciones laborales, dando lugar a un paradigma nuevo: “El de la protección del trabajo y su reconocimiento como Derecho Humano”.

Este nuevo paradigma –que colisiona con el de la flexibilidad– supone nuevas conductas por parte del Estado, los sindicatos y los empresarios. La direccionalidad que marca este paradigma es para nosotros lo central: se trata de proteger a la persona del trabajador y acrecentar continuamente sus derechos.

El Ministerio de Trabajo de la Nación, a propósito del Bicentenario, ha dicho que se trata de: “…una etapa de consolidación de los derechos fundamentales del trabajo, en su categoría de Derechos Humanos: libertad de trabajo; igualdad de oportunidades y de trato; libertad de asociarse y negociar colectivamente; compromiso de erradicación del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente…”[2].

 

Desde esa concepción el Estado fomentó para todas las actividades la negociación colectiva. Podemos decir que desde 2004 hasta hoy, el Gobierno Nacional la ha impulsado como una de sus políticas centrales en materia laboral. El nivel de negociación colectiva actual en Argentina es el más elevado en términos históricos.

Las paritarias fueron y son un instrumento que permite a la vez, mejorar las condiciones de vida y de trabajo de millones de argentinos y redistribuir la riqueza. La derogación de la oprobiosa Ley 25.250 (la ley "Banelco") y la sanción de la Ley de Ordenamiento Laboral 25.877 en 2004 permitieron un marco de negociación protectoria de los derechos de los trabajadores, cambiando el paradigma de la flexibilización laboral vigente en los 90.

Si bien se observa un peso mayoritario en la incorporación de cláusulas referidas a las remuneraciones, desde 2004 también tiene continuidad el tratamiento de las demás condiciones de trabajo.

Entre 2004 y 2011 se firmaron en nuestro país 9.337 convenios y acuerdos colectivos, alcanzando actualmente sus beneficios a 4.235.000 trabajadores registrados, según datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.

Un par de cuadros elaborados a partir de esos datos permite ver la notable evolución en el número de convenios y acuerdos celebrados y el incremento por año de la cantidad de trabajadores beneficiados. 

 

La disputa entre los paradigmas en la educación de gestión privada

Como ocurre en gran parte de las actividades, la enseñanza de  gestión privada es un terreno de disputa de tales paradigmas. SADOP plantea con toda claridad su reclamo de negociar colectivamente con los empleadores/propietarios de los establecimientos educativos, para mejorar la situación de maestras y profesores. Lo hace con persistencia, convicción y firmeza. Los representantes del sector empleador se niegan a las “paritarias” (¿será porque no consideran “pares” a las personas que trabajan en la docencia?). Es decir, se niegan a reconocer un Derecho Humano fundamental: el de negociar colectivamente. Llama la atención la conducta de algunos representantes de colegios que dependen de la Iglesia Católica. Mientras reclaman de manera contundente que el Gobierno Nacional se disponga a ceder en diversos aspectos de las políticas públicas, se niegan a acordar con el sindicato las condiciones básicas que hacen a un trabajo docente digno. Quizás añoren otras épocas de nuestro país en las cuales sus posiciones e intereses eran asumidos “in totum” por los gobiernos y les resulte extraño un Poder Ejecutivo Nacional que tenga autonomía de los grupos de presión.

 

La realidad en la actividad Docente Privada

La Docencia Privada es la única actividad importante del sector privado argentino que aún carece de un convenio colectivo de trabajo que regule las condiciones de empleo del personal.

Resulta insostenible que luego de tantos años de desarrollo de la Docencia Privada Argentina, no exista aún un convenio colectivo homologado por actividad, que regule todas las Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (CyMAT) de los docentes privados, lo cual es responsabilidad del sector empleador, ya que pese a que el día 26 de diciembre de 2001, tanto SADOP como las Asociaciones que agrupan a los empleadores, suscribieron un acuerdo colectivo que iniciaba una regulación, al menos inicial, de las condiciones de trabajo, la representación empleadora se negó posteriormente a su homologación.

Dicho de otro modo: los docentes privados estamos relegados del beneficio que en nuestro país tienen más de cuatro millones de trabajadores.

Es una situación de discriminación y desigualdad que no se sostiene con ningún argumento válido. Solo posterga la dignificación de la tarea docente.

En septiembre de 1991 SADOP comenzó a reclamar en las calles de Buenos Aires por un Derecho Humano fundamental: poder negociar sus CyMAT. En septiembre de 2012 van a cumplirse 21 años de ese reclamo. 21 años sin respuestas adecuadas de nuestros empleadores. 21 años de vacíos legales que son llenados por la arbitrariedad de algunos dueños de escuelas privadas, los despidos injustificados, la falta de vinculación entre formación profesional y promoción en las escuelas. 21 años de injusticia.

 

Las “razones” de la negativa a negociar

En esta persistente negativa y dilación por parte de la mayoría de los representantes de los empleadores de la enseñanza privada hay razones aparentes y motivos reales.

Las razones aparentes esgrimidas han sido varias: que hay un estatuto vigente (Ley 13.047) que lo resuelve todo (falso), que la negociación colectiva no puede darse porque hay muchas escuelas que reciben aporte económico del Estado para el pago de salarios (como si ello no ocurriera en otros servicios públicos en Argentina), que existe el Consejo Gremial de Enseñanza Privada (aunque los Compañeros no docentes representados allí tengan también convenio colectivo suscripto con los representantes patronales que se niegan hacerlo con los docentes, y varias más. No nos detendremos en ellas; son parte de una aparente argumentación que más que mostrar que esconde. Que silencia lo fundamental: la razón verdadera de la no negociación.

En realidad, lo que no se dice en esta “espiral de silencio” es lo fundamental. No se dice que no se quiere negociar porque ello implica adoptar un paradigma más democrático en relación con los docentes y su gremio. No se dice que negociar implica reconocer a SADOP como interlocutor, y para ellos es mejor seguir hablando con cada docente de manera individual e imponerle –muchas veces mediante el miedo– condiciones de trabajo injustas. Aulas superpobladas de alumnos, falta de estabilidad laboral, contratos a “plazo fijo”, formación profesional inaccesible, salarios insuficientes, y también en algunos casos un trato indigno al docente.

El silencio es para muchos más cómodo –como en épocas de la dictadura militar– porque no tienen que dar explicaciones a nadie de algunas conductas (sanciones, despidos arbitrarios) teñidas de autoritarismo. Es notable que algunos representantes de escuelas privadas le reclamen al Gobierno Nacional una mayor apertura al diálogo mientras no lo ejercen al interior de las instituciones educativas que conducen. En mi barrio, a eso le llamábamos hipocresía.

 

La actitud de SADOP

En Argentina los docentes privados somos más de 250.000. Nuestra historia está signada por la lucha frente a las estructuras de injusticia. Cuando en 1947 el peronismo estaba concretando un proceso revolucionario en materia laboral docente, se escucharon voces opositoras similares a las que hoy escuchamos y los trabajadores organizados lucharon hasta conseguir su objetivo. Hoy estamos ante un punto de inflexión. O las relaciones laborales entre docentes y escuelas privadas se encaminan a ser acordadas con sentido de Justicia y Equidad, o el paradigma dominante será el de los años de la flexibilización. Como SADOP no se resigna a ello, seguramente viviremos épocas de conflictividad en la educación de gestión privada.

A simple vista, el hecho puede ser interpretado como una disputa entre dirigentes de uno y otro sector de empleadores y trabajadores.

Pero la confrontación real es más profunda: se trata de la contraposición entre quienes pensamos que el trabajo es un Derecho Humano y quienes piensan que es una mercancía.

El Sindicato de los Docentes Privados no va a limitarse a señalar y denunciar esta situación injusta. Va a adoptar todas las medidas legítimas de acción sindical disponibles para que los beneficios que en nuestro país tienen millones de trabajadores lleguen también a los docentes de escuelas y colegios privados.

SADOP tiene la voluntad de realizar lo necesario para que sus representados tengan en la realidad mejoras en sus Condiciones de Vida y de Trabajo por medio de la negociación colectiva. Ese es nuestro compromiso.



[1] El cinismo de los liberales que gobernaron nuestro país en los 90 llamó ambiguamente “retiros voluntarios” y “jubilaciones anticipadas” a la destrucción del empleo.

[2] Página Web del Ministerio de Trabajo de la Nación: www.trabajo.gob.ar.

 

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