Apuntes para una análisis de la situación en Argentina y Latinoamérica
Los trabajadores docentes privados transitamos un momento muy particular en Argentina y Latinoamérica. Después de la larga noche neoliberal y el agotamiento del modelo político y económico impulsado por la ideología del “mercado”, ha vuelto a cobrar fuerza entre nosotros el Proyecto de la Patria Grande; un espacio auto/centrado que produce una ruptura con el Norte Imperial y se erige como respuesta a las demanda de los pueblos por Justicia Social e Igualdad.
Los “apuntes” que siguen intentan señalar algunos elementos claves de esta etapa tanto en nuestro País como en la Región, sin la pretensión de agotar en modo alguno el análisis de esta compleja realidad. Se trata, en cambio de llevar a cabo una tarea colectiva y dinámica de interpretación del sentido profundo de los “nuevos vientos" que soplan cada vez más fuerte en América del Sur.
1- En primer lugar, partimos de considerar que no existe “un único concepto” de democracia, sino varios. Podemos detenernos en al menos dos: a- el que reduce la democracia a un mecanismo procedimental (a la que llamaremos “democracia formal”) y b- el concepto estructural (o “democracia sustantiva”) que incluye el poder del pueblo en sus dimensiones: cultural, económica y social. Según la primer idea de democracia ésta consiste en un mecanismo formal de designación de las autoridades mediante el voto de los ciudadanos. Esta visión reduce la idea de democracia (que es una forma de vida) a la cuestión de la representación política. En cambio cuando hablamos de democracia sustantiva estamos incluyendo otras dimensiones: la de la Justicia Social, La Igualdad, La Diversidad y el reconocimiento y vigencia de los derechos económicos, sociales y culturales.
2- Uno de los cambios más notables de los últimos años en Argentina y la Región ha sido el tránsito -no exento de dificultades y contradicciones- de una democracia procedimental a una democracia estructural.
3- Los problemas de la democratización no pueden limitarse en la actualidad a un debate sobre cómo operan los mecanismos de gobernabilidad. Las preguntas que nos interpelan y ponen en crisis las ideas neo/liberales sobre los regímenes políticos serían: ¿puede ser gobernable una sociedad que no es justa? ¿Se puede gobernar consolidando estructuras de in/justicia? Si la respuesta es negativa, cabe preguntarse cuáles son los factores que han condicionado los procesos políticos en nuestra Región.
4-Venimos de una etapa neoliberal, mercado/céntrica (la sociedad concebida como un gran mercado) que pretendió imponer el “fin de la historia”, el “fin del trabajo” y el “pensamiento único”. Se intentó privar a nuestros pueblos –también desde lo cultural – de los instrumentos necesarios para generar iniciativas políticas autónomas y soberanas. Este proceso supuso un fuerte ataque a la idea del “Estado de bienestar”. Los criterios y políticas nacidos del Consenso de Washington significaron una profunda reforma en la configuración de los Estados en Latinoamérica. Se amplió la esfera de actuación del “mercado” y las empresas privadas, a la par que se redujo a su mínima expresión al Estado.
5-Estas políticas no hicieron otra cosa que definir la contradicción entre la lógica del trabajo y la del capital a favor de éste último. En nombre de la “libertad” se impuso la “flexibilización laboral” a los trabajadores. Se facilitó su despido; se habilitaron los cambios perjudiciales en sus condiciones de trabajo y -desempleo mediante- se debilitó sustancialmente su capacidad de negociación. Como se ha dicho (Lechner, N. 2002) las sociedades latinoamericanas fueron desplazadas desde el mundo del trabajo para domiciliar a sus ciudadanos en el mundo del consumo.
6- Otro elemento central de esta etapa que intentamos analizar es la exclusión social. No solo se afectó a los trabajadores en su empleo, sino que el modelo neoliberal alteró el ejercicio de los derechos sociales y culturales; es decir la posibilidad de ejercer ciudadanía. En este contexto, el margen para las decisiones políticas de los Estados se redujo considerablemente. Como lo expresa Aldo Ferrer: el sistema estaba gobernado por las decisiones de los operadores privados y no por el poder político. Periódicamente los ciudadanos eligen a sus representantes. Pero “los mercados votan todos los días. Estos son en definitiva los que deciden”.
7- A finales de la década del noventa y en los comienzos de la década siguiente se produce en los países de nuestra Región una ruptura con las políticas liberales impulsadas desde el Consenso de Washington. Los gobiernos emergentes comparten una importante defensa de los intereses nacionales. La re/afirmación de la soberanía nacional va de la mano al fuerte cuestionamiento a la intervención e influencia de actores extra/regionales, en particular de los estados Unidos de Norte América. En 2005 este posicionamiento rechaza el ALCA y toma distancia de la hegemonía norteamericana, marcando un punto de inflexión en la historia de las relaciones internacionales de la Región. Venezuela, Bolivia y Ecuador; Brasil y Argentina son claros ejemplos de ese nuevo posicionamiento, que resuelve la tensión entre capital y trabajo a favor de éste.
8- Desde luego el tránsito de una hegemonía neoliberal y conservadora al nuevo paradigma auto/centrado no ha estado exento de contradicciones. La idea de estructurar un modelo de sociedad en torno al trabajo, a su protección y desarrollo estuvo condicionada y tuvo que enfrentar una serie de dificultades; pero marca una tendencia muy fuerte y difícil de revertir. Como todo proceso histórico; ha sufrido avances y retrocesos; pero ha desplazado al paradigma liberal del “fin del trabajo”. Como síntesis de esta nueva etapa ha dicho nuestro Ministro de Trabajo, Carlos Tomada, que es posible pensar en un modelo de desarrollo económico y social que considere al trabajo como eje de la integración social. De la mano de esta concepción política crece la organización e influencia de los trabajadores y sus sindicatos.
9- La crisis del neoliberalismo y la fuerte resistencia a la hegemonía norteamericana en nuestra Región no debe de todos modos inducirnos a error. La disputa por la hegemonía de los sistemas políticos se encuentra abierta. No podemos infradimensionar la importante constelación de intereses económicos y políticos liberales. Esta franja se ha replegado, pero buscará por todos los medios re/posicionarse. Hay en nuestros países una fuerte disputa entre quienes sostenemos la necesidad de una profundización de este Proyecto y quienes quieren volver a la etapa neoliberal de los 90.
10- Es en ese sentido para nosotros clave el rol del pueblo y sus organizaciones. Muchas de las reformas llevadas a cabo en los últimos años en nuestros países han sido impulsadas y concretadas desde los Gobiernos, con fuerte intervención del Estado. Sin poner en duda el rol del Estado en el diseño de las políticas públicas, consideramos central que este proceso histórico se consolide a partir de la participación popular. Que el pueblo -sujeto histórico insoslayable- sea el eje de un Proyecto de Liberación y justicia Social es clave para nuestro futuro. Desde las organizaciones sindicales es central asumir no solo un rol reivindicativo, sino también programático: decir en qué sociedad y cómo queremos vivir los trabajadores.
Por Mario Almirón
Secretario General
SADOP