A 36 años del golpe cívico militar que se instauró en nuestro país a partir del 24 de marzo de 1976, la Secretaría de Derechos Humanos de SADOP invita a reflexionar sobre el sentido de esta conmemoración y analizar las consecuencias que aquel aciago hecho histórico dejó en toda la sociedad argentina.
La memoria propone reconocer lo ocurrido como un hito más dentro de la historia argentina y latinoamericana, signada por la lucha entre los proyectos de país que se pensaron aliados a las potencias extranjeras y aquellos que bregaron por la soberanía, por un desarrollo basado en una verdadera autodeterminación como nación y como región. En este marco es que la Secretaría de Derechos Humanos entiende la defensa de los derechos humanos como un valor asociado a la autonomía de los pueblos y a la justicia social.
La dura represión instalada para cumplir con estos cometidos fue sufrida por toda la población y particularmente por aquellos militantes que se oponían al régimen dictatorial. Los crímenes de la dictadura constituyen delitos de lesa humanidad, violaciones flagrantes a los derechos humanos. A pesar de la amnistía que la misma Junta se otorgó antes de dejar el poder; a pesar de las leyes de Obediencia Debida, del Punto Final y del Indulto, los organismos de derechos humanos, acompañados por otros sectores que apoyaron sus reivindicaciones, mantuvieron el seguimiento de las causas judiciales y lograron que hoy haya cientos de juicios realizándose en distintos lugares del país, que se hayan dictado ya muchas condenas firmes y que decenas de represores permanezcan encarcelados en establecimientos penitenciarios comunes. Aunque a todas luces el camino por recorrer es mucho, Argentina se ha puesto a la vanguardia en el mundo en la búsqueda de verdad y de justicia.
En términos políticos, la dictadura se circunscribió a un lapso determinado de tiempo, pero sus objetivos, que son los estratégicos, aquellos pergeñados por sus grupos oligárquicos, intentaron cumplirse bajo otra modalidad, en democracia. Como parte del mismo engranaje, se pretendió echar un manto de impunidad, tanto sobre los hechos de corrupción del momento como sobre los delitos de la dictadura. Fue así que –nuevamente- gran parte del movimiento sindical se encontró en pie de lucha ante la flexibilización laboral, el desguace y desmantelamiento sistemático del Estado, las privatizaciones y la devastación de los recursos naturales que se perpetraron en los años ’90.
Desde SADOP, como trabajadores de la educación, entendemos nuestra vocación ligada al relato de la historia en términos de verdad y justicia. Bregamos por acercar a las nuevas generaciones la información y los conocimientos necesarios para que con libertad elaboren sus propias concepciones y valoraciones respecto de lo acontecido en el país.
Mario Almirón
Secretario General
SADOP-CDN
Jorge Aramayo
Secretario de Derechos Humanos
SADOP-CDN