El paro no cuestionó al poder económico

La decisión nos debilita porque nos desune. No fueron en vano las visitas de algunos dirigentes a la Sociedad Rural.

15 de Abril 2014

Por Horacio Ghilini

Secretario de Relaciones Institucionales (SADOP-CDN)

Secretario de Políticas Económicas (CGT)

Director de T&E


El derecho a huelga es la partida de nacimiento de las organizaciones gremiales y la oportunidad de su ejercicio corresponde a sus propios cuerpos orgánicos que son quienes legitiman el uso de la opción fundante de los sindicatos. Ahora bien, cuando se trata de un “paro general” la cuestión cambia porque el sector o grupo de organizaciones que lo decretan deben hacerlo en representación de “la clase trabajadora” en su totalidad y desde esa perspectiva todo trabajador tiene derecho a preguntarse sobre su legitimidad y si la medida de acción fortalece o debilita a los trabajadores en su conjunto.

Es evidente que la medida de la semana pasada tuvo dos direcciones: hacia el interior del movimiento obrero organizado para ver “quien conduce el conflicto social” lo que explica – pero no justifica- que hubiera declaraciones contra un líder sindical y otra que hizo saber que el objetivo de la medida fue desgastar a un gobierno” por ser insuficientemente revolucionario (sic).

En el espectro de manifestaciones a favor de la medida y en contra del gobierno, no leímos ni escuchamos ninguna declaración sobre la acumulación de ganancias de los bancos, la falta de cogestión obrera en las empresas belgas de dragado, la concentración del comercio exterior, la necesidad de una reforma financiera, las posiciones de mercado dominantes que ejercen los grupos concentrados, por mencionar algunos temas de enorme incidencia en la vida de los trabajadores. Es decir, leímos y escuchamos declaraciones implícita o explícitamente electoralistas pero contra los factores reales de poder económico, ninguna.

La cuestión principal sobre un paro general no está en su acatamiento ni si existen niveles de conflicto que lo justifiquen. Está en su direccionalidad. Es desde esta perspectiva que quiero basar el análisis.

El acatamiento es un factor tan complejo de medir que resulta fácilmente manipulable, es decir según quién haga la medición se puede amplificar o minimizar. Por eso y sobre este tema, no debería pasar inadvertido para los cuadros sindicales que los medios hegemónicos amplificaron la magnitud del paro. Cabe aquí la advertencia de don Arturo Jauretche: “Si La Nación te pondera…”

Un paro general puede ser catártico, desproporcionado, estéril o de posicionamiento. Si el conflicto social deviene en “bronca” y no en acciones transformadoras, culmina en una actitud en donde lo popular se masifica y se diluye en una catarsis resumida en el “me saco la bronca” y todo sigue igual. En general esa actitud es conducida por los centros de poder para que nada cambie y son los medios hegemónicos quienes la manejan a la perfección brindándole escenario a los “actores” que cuanto más desbocados mejor (“la Carrió” sería una actriz ejemplar para esa representación). El conflicto social se transforma entonces en un “escándalo mediático” y deriva en cuestiones de vedetismos y consideraciones sobre si fue pacífico o policial, en caso de haber sido violento. El paro “general” es, así, funcional al poder y estéril a la clase trabajadora.

Cuando uno se olvida que la política es circular y que si te vas mucho para la izquierda terminas en la derecha…

No es que sea necesario ir a pedir el libreto a algún socio del poder que, la historia demuestra hasta el hartazgo, te utiliza y convierte en instrumento. Por esto es importante discutir la direccionalidad de la acción sindical para que los trabajadores no seamos parte de una masa manipulable sino protagonistas que debemos sostener una agenda sindical dirigida a profundizar un modelo productivo que beneficia al conjunto. Ese debe ser el objetivo del activismo gremial aunque le reste protagonismo a algunos dirigentes sindicales que demostraron estar muy lejos de transformarse en “el Lula argentino”.

El paro de la semana pasada nos debilita porque no nos une, porque demuestra que no fueron en vano las visitas a la Sociedad Rural de algunos dirigentes, porque nos aleja de la línea histórica del movimiento obrero plasmada en La Falda, Huerta Grande, los 26 puntos de la CGT Ubaldini. Porque intenta posicionar a los trabajadores en una actitud reaccionaria cuando nuestra dirección correcta es apoyar y profundizar las transformaciones de este proyecto político.

 

Notas Relacionadas