Hablar de inclusión significa hablar de un mundo para todos, garantizado por el estado, donde cada miembro de esta sociedad pueda ser parte, siendo un sujeto participante, capaz de ejercer libremente sus derechos adquiridos, sujetos auténticos, donde la educación como proceso social, no sea un obstáculo sino una posibilidad, y siendo la escuela especial el lugar donde adquieran las estrategias necesarias para ser parte activa de esta sociedad.
La escuela especial debe ser el lugar de tránsito de niños y adolescentes con discapacidad, lugar donde deben adquirir las estrategias necesarias para formar parte de la escuela común.
No hay dudas que el proceso de inclusión es un proceso ya instalado, que favorece a todos, que es un derecho adquirido a nivel individual y colectivo, como deja plasmada la ley Nacional de Educación y La Convención internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad, pero si no hay convicción los perjuicios a veces son irreparables donde las personas con discapacidad terminan en medio de peleas, disputas, recursos de amparo, docentes desorientadas por querer formar parte de este proceso de inclusión sin saber cómo, paralizados por el miedo, por no animarse, por no comprometerse, por no estar disponibles a aceptar los cambios.
“A esta altura de los acontecimientos es posible afirmar que no sabemos qué significa estar preparados. ¿Qué puede significar la expresión “estar preparados o no estar preparados? ¿Qué puede entenderse de esa afirmación a propósito de un supuesto “saber qué hacer “ante cada niño, ante cada cuerpo, ante cada lengua ,ante cada aprendizaje, ante cada forma de estar en el mundo? Personalmente creo que es un imposible saber, sentir y estar preparado para aquello que pudiera venir. Hay que enfatizar la idea de que más que estar preparados, anticipados a lo que vendrá, que nunca sabemos que es, de lo que se trata es de estar DISPONIBLES y de ser responsables. La idea de disponibilidad y responsabilidad sin duda es una idea claramente ética.
Estoy DISPONIBLE para recibir a quien sea, a cualquiera, a todos, a cada uno” (Skliar, 2008).
Cabe destacar el esfuerzo y el trabajo constante de este Estado presente y ocupado de construir una sociedad para todos, pero al mismo tiempo estar atentos no solo para identificar los factores que aún obstaculizan este proceso sino también buscar los recursos pertinentes para modificarlos de manera tal que las barreras ya dejen de ser barreras para transformarse caminos transitables donde cada uno lo atraviese en el tiempo y en la forma que cada uno pueda. De esta manera estaremos construyendo un camino para todos respondiendo a la pregunta inicial ¿hacia dónde vamos? Vamos hacia un mismo lugar, hacia una escuela para todos, hacia una sociedad más justa para todos.
Es importante además que este proceso se instale en los centros de formación docente, en las escuelas de modalidad común y aún también en las escuelas de modalidad especial, en las universidades y en los centros de formación laboral.
Por Sandra Ferrero
Prof. de sordos
SADOP Nación