Algunos datos para tener en cuenta
Rafael Julio Guirado
Secretario de Relaciones Internacionales
SADOP
Como para situarnos un poco
A medida que avanza el siglo XXI vamos observando, con cierta cuota de sorpresa y una cada vez mayor cuota de certeza, como todo aquello que al comienzo, de la década perdida del ´90, nos quisieron “vender” y hacer creer. En efecto, no estábamos tan equivocados quienes pensamos que ese canto de sirena de la “muerte de las ideologías”, el “mundo unipolar”, “la gran aldea global” y toda la diatriba desarrollada por Fukuyama, por encargo, no tenía mucha vida.
El siglo XXI se nos presenta como la “era de los bloques”: bloques hegemónicos, bloques de poder, bloques económicos y todos aquellos modelos que intentan serlo con muy variada suerte. Pero, además, se nos presenta como la era de los cambios; cambios rápidos, vertiginosos, que muchas veces no nos dan tiempo para su análisis, porque pierden muy rápidamente vigencia o se transforman.
Ésta, también, es la era de los Acuerdos Comerciales. Acuerdos que tienen la particularidad de beneficiar a uno y someter, condicionar y explotar al resto. Estamos frente a Uniones que no son tales, como la “Unión Europea (U.E.)”, mediante la cual unos pocos se queden con la soberanía económico-financiera del conjunto, condicionando su economía, sus derechos sociales y cuanto pueda condicionarse.
Estamos en presencia de grupos o “polos” que, como tales, tienen hacia su interior tal heterogeneidad que nos cuesta por momentos entender cómo es que está conformado ese grupo.
A comienzos de este prodigioso siglo XXI pensamos que lo más lógico como respuesta a la unipolaridad y la globalización era la multipolaridad y la mundialización, expresada en los bloques continentales; superándose la terminología y lógica neoliberal, que intentaron hacernos digerir hasta por los poros. Luego de 200 años de la lucha por la primera se gestó una segunda independencia expresada, en nuestro caso, por la Patria Grande Suramericana. Esta fue la meta, el objetivo y la consigna de los Padres de la Patria Grande.
Hay algunos bloques que superan los continentes y se constituyen en expresiones intercontinentales heterogéneas donde priman los intereses de tipo económico por sobre sus modelos ideológicos-políticos originales. El más claro ejemplo es el Bloque económico-productivo que conocemos como BRICS (Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica). Cada uno de los miembros, tiene una base ideológica diferente, siendo el motor del grupo la complementariedad económico-productiva. A esto podemos sumarle algunos detalles no menores: las condiciones de trabajo y la legislación laboral que es más que variada. Eso sí, como tal, se constituye en el grupo poblacional más importante, lo que implica ser el mercado de consumo más importante y el motor productivo de la humanidad. Son casi 1.000 millones de trabajadores. Son los cinco países de mayor superficie y con mayor capacidad de recursos naturales. Algo no menor para tener en cuenta.
Además, debemos considerar un factor importante como es la volatilidad de las líneas de frontera de los estados más vulnerables de África y Asia. Ellos tienen la particularidad de poseer (lamentablemente para ellos) recursos energéticos en gran escala. Nótese el caso de la división de Sudán (de la que poco se dijo porque no convenía), la inestabilidad del Cáucaso y de Cercano Oriente.
Los poderosos y sus transnacionales no tienen ningún escrúpulo en generar conflictos armados para hacerse de la hegemonía en aquellas regiones que les resulta cada vez más indispensable por su riqueza energética y por el agua.
El Acuerdo Tras Pacífico (ATP-TPP)
Tengamos en cuenta que desde el descubrimiento de América, protagonizado por los depredadores europeos, el Atlántico fue el campo de batalla de las potencias coloniales. Con la primera Revolución Industrial, se transformó en el espacio de intercambio comercial: las materias primas de las neo-colonias, que eran los nuevos estados “independientes”, hacia las metrópolis y desde allí volvían, al mercado neo-colonial, los productos elaborados. Durante siglos, el Pacífico fue área de conflictos focalizados en zonas, pero por sobre todo un amplio espacio con gran cantidad de archipiélagos de difícil nombre y poco conocidos, recorrido por los aventureros de la literatura de las metrópolis.
Hoy, el escenario cambió radicalmente. El Pacífico no importa tanto por sus islas paradisíacas, sino porque es el espacio de intercambio más grande del planeta, por una razón muy simple: la deslocalización de las grandes transnacionales de la producción.
Pero, ¿qué significa esto de la deslocalización? Las grandes empresas de los más diversos rubros de la producción dejaron sus países de origen y buscaron nuevos horizontes en aquellos lugares donde sus costos de producción (salarios, impuestos, obtención de materias primas, etc.) les resultaran más ventajosos. Les resultó favorable toda la costa de Asia, en el Pacífico, como “ese lugar”. Allí, los costos laborales son mínimos, las leyes de regulación laboral no existen, la seguridad social tampoco, los costos de transporte de mercadería son menores y la cantidad de mano de obra es más que abundante. Consecuencia, el mismo producto tiene un costo de producción irrisorio respecto del que tenía en el país de origen.
El Acuerdo Tras Pacífico (ATP - TPP) tiene así sentido y justificación para los poderosos que lo gestaron. Además, para que pudiera cerrar “el negocio” había que implicar a la otra costa del océano, es decir, a la costa americana. Si, sumar justamente a la Alianza del Pacífico, versión reducida del ALCA, y que tiene los mismos condicionamientos y desventajas para todos, menos para Estados Unidos.
Vamos a intentar hacer un análisis lo más didáctico posible del surgimiento de este nuevo bloque a los fines de esclarecer su relevancia en este desarrollo.
Como sucede con el TISA (Tratado Comercial por los Servicios) el ATP-TPP tiene el componente del secreto de sus negociaciones:
“Lo cierto es que la larga negociación del acuerdo se ha desarrollado en una deplorable opacidad. Los representantes de los 12 países integrantes –Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Perú, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam– se han reunido y han acordado los términos de ese instrumento de desregulación comercial de espaldas a sus respectivas sociedades. Ni siquiera los legisladores de las naciones involucradas han podido tener acceso al acuerdo, cuyas cláusulas señalan un periodo de reserva de cinco años a partir de su entrada en vigor. Hasta ahora, los únicos fragmentos divulgados del texto del ATP han sido los que Wikileaks ha proporcionado a diversos medios.”
La implantación del ATP conlleva los siguientes aspectos negativos:
- Amenaza la capacidad de los gobiernos que lo firmen para regular la economía;
- Reduce peligrosamente la jurisdicción de los tribunales nacionales, al establecer cortes privadas que tendrán autoridad para decidir sobre conflictos entre países y compañías extranjeras;
- Impedirá la adopción de leyes orientadas a acotar actividades empresariales dañinas a la salud y el medio ambiente;
- Dejará, en suma, a trabajadores, pequeños empresarios y consumidores en grave indefensión ante la voracidad de los capitales trasnacionales.
- Se traducirá en limitaciones de todo tipo a las atribuciones legales de las instituciones públicas y en afectaciones a los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos.
- Tomará como propia la reglamentación de las patentes farmacéuticas, perdiendo la soberanía de las mismas los Estados miembros.
- También hará lo propio con la propiedad intelectual.
- El capítulo ambiental no contiene ningún mecanismo de aplicación, ni tampoco tiene en cuenta la necesidad de adoptar medidas para mitigar el cambio climático.
Este Acuerdo, fruto de ocho años de negociaciones secretas, fue dado a conocer al mundo el 6 de octubre pasado y tardará por lo menos un mes en entrar en vigencia. Su plena aprobación se dará en el ámbito del Congreso de Estados Unidos y su principal objetivo es evitar que China (e India) tengan peso sustancial en las decisiones de la economía mundial, algo que se ve muy difícil de logar como objetivo. Tengamos en cuenta que el conjunto poblacional de este grupo es de alrededor de 800 millones de personas (las que en su conjunto se verán afectadas negativamente), mientras que entre China e India suman aproximadamente 2.643 millones.
Antecedentes de pocos augurios
A inicios del 2013 comenzaron nuevamente las tratativas por el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP por sus siglas en inglés) con el objeto de “relanzar el intercambio de bienes, servicios e inversiones entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE)”, previendo que se pudiera aplicar plenamente en el 2016, luego de finalizar la última ronda de conversaciones entre las partes.Recuérdese que las relaciones comerciales entre ambas partes siempre han resultado un tanto conflictivas por el proteccionismo sostenido tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea, terminando siempre bajo el arbitraje de Organización Mundial de Comercio (OMC).
Todos los países apoyan políticamente este nuevo proceso de negociaciones que, en definitiva, sólo implicaría la eliminación de aranceles, de las normativas innecesarias y de las barreras burocráticas. Pero en la realidad son más los problemas que los resultados, ya que uno de los principales escollos es la normativa alimentaria y fitosanitaria. Esto especialmente referido al tema de transgénicos, los que están prohibidos en la Unión Europea, pero que resulta ser el fuerte de las trasnacionales del sector radicadas en Estados Unidos. A estos inconvenientes hay que sumarles los del sector financiero.
Por otra parte, otro problema no menor, es mantener los niveles de protección existentes para los trabajadores europeos, con lo que obligaría a Estados Unidos a respetar los estándares laborales establecidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los efectos negativos en Chile y en México dentro del Acuerdo
Volviendo al ATP-TPP, uno de los capítulos más controvertidos es el referido a la propiedad intelectual, específicamente referido al tema de patentes (no solo las farmacéuticas). Aquí entran a pesar las transnacionales como Monsanto, ya que el Tratado impone el patentamiento de plantas y animales. Esto es algo que va más allá de los condicionamientos del actual Tratado de Libre Comercio Bilateral (TLC) entre Chile y Estados Unidos.
Este acuerdo otorga un poder desmedido a las transnacionales, para criminalizar y perseguir a los agricultores, como está pasando actualmente en Colombia y otros países. Ya en el sur de Chile, específicamente la Región de los Ríos, están desembarcando las transnacionales de la alimentación y los pules de siembra, de forma más que agresiva.
Por ejemplo, México perderá por completo el control de los recursos naturales. Las inversiones privadas, o de “los mejores inversores” se apoderarán del total de las industrias energéticas (petróleo, energía, telecomunicaciones, energías alternativas), mineras, servicios, comerciales y de todo lo que sea comercializable.En lo que respecta a la privatización de los sectores de Salud y Educación, el ATP-TPP instará a que sean empresas privadas quienes las administren. Esto significa que se desmantelará por completo el sistema educación y salud pública del país, el cual de por sí viene enfrentando un deterioro planeado.
Es la estocada final a las Reformas privatizadoras que se han impulsado desde 1988 y que bajo la administración de Enrique Peña Nieto vieron la luz.
“Se concedió a las corporaciones poderosas una posición ventajosa en el seno de las negociaciones secretas del TPP y el resultado pone en evidencia su influencia. Una vez más, los gobiernos han antepuesto los intereses de las finanzas y de las grandes empresas a los de los ciudadanos de sus países al incrementar la desregulación financiera, introduciendo patentes más largas sobre los medicamentos a expensas de las poblaciones y restricciones a las libertades digitales. Las empresas podrán demandar a los gobiernos en virtud de los infames procedimientos de resolución de diferencias entre inversores y Estados; por su parte, los trabajadores y las trabajadoras no disponen de recursos directos”.
El acuerdo incluye un capítulo laboral. Los sindicatos presentaron una propuesta global para conseguir que dicho capítulo garantizara con mayor eficacia los derechos y las normas de los trabajadores. Se tomaron pocas ideas de esta propuesta y nadie tiene la seguridad de que las quejas de los trabajadores lleguen algún día hasta los tribunales. En cambio, las empresas pueden iniciar directamente un procedimiento de arbitraje internacional entre inversor y Estado para proteger sus beneficios, mientras que los trabajadores tienen que pedir a los gobiernos que intervengan en su nombre.
Aun cuando se han desarrollado planes de observancia de las normas del trabajo en relación con el TPP para Brunei, Malasia y Vietnam, estos planes no entrarán en vigor de forma inmediata, sino cinco años más tarde como en el caso de Vietnam. No se adoptó este plan para México, donde se observan violaciones graves de las normas de la OIT.
En general, el ATP-TPP limitará las ofertas de contratación pública con normas internacionales altamente restrictivas que sitúan una noción mal concebida de “competitividad” por encima de los objetivos de política pública tales como la creación de empleo, la protección medioambiental y humana y los derechos de los trabajadores y de las trabajadoras en la adjudicación de los contratos públicos. Del mismo modo, varios gobiernos han concedido acceso a los mercados de la administración y los servicios públicos que pondrán en peligro la calidad y el acceso público a dichos servicios.
El acuerdo también limita la capacidad de regulación de los gobiernos mediante el establecimiento de nuevos procedimientos que tienen como objetivo la armonización de la regulación a lo largo de los doce países. También en este sentido, se ha concedido a las corporaciones una posición ventajosa.
El ATP-TTP pretende dominar el 40% de la economía mundial y hacerle frente al embate de China, que junto a Rusia y algunos países de Sudamérica, están dejando sin la “torta” a Washington.
Tenemos así, por un lado, el fortalecimiento de los monopolios y, por el otro, medidas punitivas para coartar las libertades de quienes quieran protestar. ¿Negocio redondo, no?
“De hecho, el presidente Barack Obama ha dicho en un comunicado publicado por The Wall Street Journalque el 95% de sus clientes están fuera de Estados Unidos. Y “clientes” es una forma retórica para decir “territorios de los que tomaremos lo que nos plazca”.”
En resumen, el ATP-TTP es un gigantesco acuerdo comercial; una especie de súper tratado de libre comercio. Totalmente “libre”, sin reglas, cero regulaciones, todo vale. Ni más ni menos que el tipo de mercado que siempre soñaron los capitalistas: el que no les limita de nada y les brinda todas las garantías para hacer negocio con prácticamente todo lo que se les antoje. Como las corporaciones en Estados Unidos ya saquearon hasta lo invisible, entonces van por los recursos de otros países.
Por eso, más que nunca, se hace necesario el fortalecimiento de nuestros bloques regionales autóctonos, los que con sus fallas y errores, sus retrasos y estancamientos, son verdaderamente beneficiosos a nuestros propios intereses, que son los de nuestros pueblos, los dueños de la tierra y de su subsuelo.
FUENTES:
http://wikileaks.jornada.com.mx/
Germán Gorraiz Lopéz - Analista económico y geopolítico, colabora habitualmente en varias publicaciones digitales e impresas españolas y latinoamericanas.
L. Alberto Rodríguez - Periodista y escritor mexicano. Analista político sobre el polo comunista internacional y de países no alineados.