Cuando un niño va a la escuela privada

Por Mario Almirón, Secretario General de SADOP, en Página 12.

02 de Septiembre 2016

“Cuando un niño que va a una escuela privada tiene 15 días más de clases que los que van a escuela estatal, la diferencia es irrecuperable.”

Esteban Bullrich, ministro de Educación y Deportes.

Las palabras del ministro invitan a pensar lo que sucede en las escuelas privadas. A simple vista, y de los dichos de Bullrich, pareciera surgir que en la escuela privada ocurren cosas distintas y mejores que en las estatales. Pero no.

En primer lugar, porque la afirmación es falaz. Los niños que van a escuelas privadas tienen, en varias provincias, los mismos días de clase que sus iguales del orden estatal. Sencillamente porque los paros que realiza Sadop son —en términos de horas de duración— similares o idénticos que los realizados por los estatales.

Pero aunque esto pueda ser discutido, la falacia mayor se encuentra en la segunda parte de la frase del ministro: “La diferencia es irrecuperable”. Para quienes creemos que la persona es un ser que se define por su capacidad de superarse y perfeccionarse, el determinismo y fatalismo que conlleva esta sentencia es inaceptable. Si algo podemos las personas, es prevalecer sin depender absolutamente —en los términos que los pone el ministro— de los supuestos “condicionamientos” que la realidad nos impone.

En el plano educativo, en una frase pretende equiparar “días de clase” con “resultados del proceso de enseñanza/aprendizaje”. Es decir, de un plumazo, iguala “cantidad” con “calidad”. Dice Ezequiel Ander-Egg que puede entenderse por calidad de la enseñanza a la “valoración que puede realizarse a dos niveles, por una parte, evaluando la totalidad del sistema educativo (nacional o provincial); por otra parte teniendo en cuenta la calidad de la enseñanza en los establecimientos docentes”. Y agrega: “En ambos niveles, (…) la calidad de la enseñanza consiste en establecer una relación entre las finalidades y objetivos perseguidos por el sistema educativo (o el centro educativo) y los resultados alcanzados. Los parámetros desde los cuales se mide la calidad de la enseñanza viene dados por dos factores: el modelo educativo adoptado y la capacidad de dar respuestas, en un país y un momento histórico determinado, a las demandas sociales, socio-culturales, políticas y económicas de esa sociedad. El nivel de la calidad de la enseñanza es el resultado de una serie de factores”.

Descartado para nosotros que la “cantidad” de días de clases sea el único factor que influye sobre la calidad de la enseñanza, podemos citar aquí “otros” factores que también deben ser tenidos en cuenta, y que el ministro ignoró.

  1. Cantidad de alumnos por curso: en numerosas escuelas privadas, el número de alumnos es mayor que en las estatales.
  2. Inexistencia de carrera docente para los privados. Esta incluye “ingreso, promoción y ascenso”, como bien lo señala Martín Lucero. Sí existe, aunque con limitaciones en el plano de la realidad, en las escuelas estatales. En los privados está el “dedo”, la pura arbitrariedad.
  3. Falta de estabilidad laboral. Los docentes estatales la tienen, mientras que nos ha sido negada a los privados, quienes podemos ser despedidos arbitrariamente, en abierta violación al art. 14 bis de la CN.
  4. Salarios distintos y menores para un grupo de docentes privados. Podríamos decir: “Si un niño va a una escuela privada, quizás tenga un día más de clase que en la estatal. También, será educado por una maestra que está siendo groseramente discriminada”. El niño que asiste a la escuela privada recibirá educación de una docente que dicta materias extraprogramáticas. Y entonces, en muchos casos, se le aplicará un régimen salarial y previsional que, en síntesis, resulta en menos salario y jubilación con más requisitos.
  5. Dureza del esquema orden/obediencia. “Si el niño va a una escuela privada será educado por una maestra que está negada en su condición de persona libre, porque tiene en muchos casos miedo de objetar las órdenes que recibe del representante legal”. No hay, salvo honrosas excepciones, participación en las decisiones en las escuelas privadas.

¿Ignora el ministro estas complejidades? Bullrich conoce al sistema educativo, solo que pretende dañar el prestigio que les queda a nuestras queridas escuelas estatales, dividir el incipiente frente de lucha entre docentes privados y estatales, instalando que los privados no paramos, lo cual es falso y, de paso, beneficiar a buena parte de la patronal privada, arrimándole un poco más de matrícula para el año que viene.

Es tanto el prejuicio, y tanta la mentira marketinera, que no quedan bancos en la mayoría de las escuelas privadas. Tampoco, les garantizo, está sobrando dignidad.


Mario Almirón
Secretario General
SADOP - CDN

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