Los “golpes” democráticos del neoliberalismo

Un análisis exhaustivo sobre el avance de la derecha en Suramérica y cuál es el escenario regional que se avecina.

30 de Septiembre 2016

Rafael Julio Guirado
Secretario de Relaciones Internacionales
SADOP-CDN

 

Las metodologías liberales ya no van de la mano de las Fuerzas Armadas golpistas; ahora imponen la guerra de cuarta generación: la mediática. Es un procedimiento que supera perversamente la “Doctrina del Shock”, y se da en el campo económico y, consecuentemente, en el campo social. Se trata de una operación sistemática llevada a cabo por multimedios hegemónicos que han ganando “autoridad” –ficticia obviamente– en la opinión pública mediante desinformación, miedo y mentiras. Vale aplicar la expresión "para alcanzar nuestros propósitos es mejor que nos dirijamos a la pasión de los hombres, que no a su razón"[1] para  entender lo que hicieron la última década.

Un análisis corto propondría pensar que todo se limita a un “revanchismo de la derecha criolla y de las oligarquías locales” con el fin de “recuperar” los espacios conquistados genuinamente por las democracias progresistas y populares. Pero esta forma de reflexionar implica pensar que el mundo comienza y termina en nuestras fronteras. Los temas nacionales están directamente vinculados a los internacionales; todo está concatenado y conectado.

Algunos “intelectuales” de izquierda y centro-izquierda postularon que se acercaba el “fin de ciclo de los gobiernos progresistas” por el “agotamiento de programas neodesarrollistas”. Según la doctora en filosofía Isabel Rauber (autora de “Revoluciones desde abajo”), este postulado colaboró con la “avanzada de la derecha en la región”. “Con este discurso ‘visionario’, apuntalado por el conocimiento de los planes geopolíticos del imperio para la región, tales intelectuales contribuyeron a instalar y ‘naturalizar’ en la opinión pública el advenimiento del fin de los gobiernos populares y su reemplazo ‘inevitable’ por gobiernos de derecha, presentándolos incluso como una ‘saludable alternancia’.[2]

No resulta una simple vuelta a los años 90 ni una “enriquecedora alternancia” fruto del juego democrático de las instituciones. No debemos subestimar lo que está sucediendo en Suramérica.

 

La importancia de los tratados regionales para los organismos financieros internacionales

            La dependencia que genera el endeudamiento, la generación de cifras y montos ficticios, la producción de dinero electrónico (mayormente sin respaldo), son tácticas para atar la economía de los países endeudados a los caprichos del capital financiero e improductivo. Al generarse dicha dependencia, los estados pierden soberanía, lo que trae como consecuencia la firma de cualquier Tratado de Libre Comercio (TLC) Bilateral.

            En este marco, el grande le “hace el favor” de asociarse al chico para que su producción acceda a un “gran mercado”. A su vez, el grande colabora en el “crecimiento” del chico suministrándole todos los productos con valor agregado que necesita pero no puede producir por su escasa capacidad industrial y económica. Sin embargo, hay que recordar que la primera premisa de la economía financiera mundial es ganar, no hacer beneficencia.

El interés fundamental de los Organismos Financieros Internacionales es manejar las economías nacionales mediante las estrategias y los instrumentos que disponen. La herramienta central es el endeudamiento: el acreedor condiciona al deudor a sabiendas de que jamás podrá pagar.

A su vez, los Tratados traen consigo efectos colaterales tan ocultos que ni siquiera forman parte de la letra chica de los contratos. El primero es el “secretismo y el ocultismo” de las negociaciones. Por ejemplo: el carácter secreto de las negociaciones del Acuerdo de Servicios (TISA) implica no dar conocimiento público del mismo previo a los cinco años desde su firma. Ese período lejos está de ser caprichoso, ya que los sistemas presidencialistas duran entre cuatro y cinco años, garantizando al gobierno firmante no estar al frente del Estado cuando se complete el plazo secreto. Asimismo, si el flamante Gobierno quiere romper el contrato o denunciar sus condiciones, se estipulan penalidades económicas que resultan impagables. En consecuencia, el nuevo Poder Ejecutivo debe asumir la pesada herencia sin derecho a protestar.

Se pretende entonces ocultar la pérdida de soberanía de los estados, no solo económica, sino, esencialmente, jurídica. Cualquier juzgado en cualquier distrito de cualquier ciudad del Norte puede accionar contra un Estado, sentenciándolo a cualquier cosa. Argentina contra los Fondos Buitre es un claro ejemplo.

En el caso del TISA, además, los estados firmantes deben entregar los servicios públicos en concesión a las corporaciones trasnacionales. Esto puede resultar nefasto, ya que dicha concesión no puede volver al Estado, aunque puede ser negociada entre corporaciones. El Estado resulta penalizado si intenta defenderse o intervenir en la concesión de esos servicios. O sea, hay un vaciamiento jurídico del Estado.

Lo mismo sucede con la legislación laboral, ya que se aplica con total discrecionalidad y las condiciones de trabajo las impone el concesionario. En el mejor de los casos existe la flexibilización y precarización laboral; en el peor, el trabajo esclavo en formato moderno. Los derechos laborales: nulos.

Según los trascendidos de Wikileaks, Estados Unidos es el único ganador del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP). Resulta difícil creer que la población de Brunei, Vietnam o Nueva Zelandia experimenten un salto cualitativo y cuantitativo en sus economías, cuando el que compra y vende es el que maneja el Mercado. Aquí el beneficio está en comprar las materias primas que necesita el gran país del Norte, al precio que impone y con la forma de pago que decida –en general va a ser vendiendo mercadería con alto valor agregado al precio que fije–. ¿El resultado? El creciente y continuo endeudamiento del chico con el grande.

Una situación similar se da en el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea (UE), pero con un significativo agravante: la indiscutible complicidad de los gobiernos del Viejo Continente. El nudo principal pasa en este caso por el acuerdo que termina con la “guerra financiera entre el grupo anglosajón y el europeo-continental”, conocida como la Crisis de la Burbuja Financiera, que estalló en 2008 aunque se inició a comienzos de los 90.

Uno de los aspectos más perversos del TTIP se da en lo laboral, ya que se consolida y generaliza la flexibilización y precarización del trabajo. Además, posee un agregado que constituye un detonante social: la mano de obra inmigrante del Norte de África, el Este de Europa (países que no pertenecen a la UE) y del Cercano Oriente (desplazados en su mayoría por conflictos bélicos).

El eje de este tratado no pasa por la economía productiva, ya que la mayoría de las corporaciones europeas trasnacionales están deslocalizadas y sus plantas de producción principales se ubican donde el costo laboral es muy bajo: Asia, Centro América y Suramérica. El eje resulta la economía financiera especulativa.

            Así se establece el escenario del Novísimo Orden Mundial:

  • El Área Económico-Productiva, donde los costos laborales son inferiores al 0,5%, se encuentra en el Pacífico (TTP) ya que cuenta con materia prima muy barata y mano de obra cuasi esclava.
  • El Área Económico-Especulativa, con costos laborales un poco más altos porque son de servicios, en el Atlántico (TTIP).
  • Objetivo Primario 1: Hay un único país que participa de los dos Tratados y es el principal beneficiado: Estados Unidos.
  • Objetivo Primario 2: Aislar económicamente a China, que a hoy es la primera economía mundial, productor de manufacturas con alto valor agregado.
  • Objetivo Primario 3: Aislar económicamente a Rusia, productor de materias primas minerales y de hidrocarburos, y proveedor exclusivo de gas natural a Europa Occidental.
  • Objetivo Primario 4: Domesticar y someter a Suramérica plenamente.

 

El papel de Suramérica en el Novísimo escenario neoliberal

Los países de Suramérica que sucumbieron y cayeron en las redes de los Tratados de Libre Comercio (TLC) Bilaterales no han podido modificar sus economías. Además, en una segunda fase, conformaron la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia, Panamá, México y, obviamente, Estados Unidos). Esta Alianza se jacta de superar en crecimiento económico al Mercosur, pero hay una diferencia sustancial: la distribución de la riqueza. Mientras en la Alianza del Pacífico la ganancia es fundamentalmente de las corporaciones y las oligarquías locales, el Mercosur presenta una distribución mucho más equitativa.

El próximo paso es la destrucción del Mercosur y la anexión a la Alianza del Pacífico como asociados de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Si bien Bolivia –como Ecuador– no es miembro pleno del Mercosur, su ingreso está en proceso.

Actualmente, Suramérica es el gran escollo para lograr la dominación económica global. Por eso, este Objetivo Primario 4 resulta tan importante.

Entonces Suramérica tiene que convertirse en el “patio trasero” de Estados Unidos, algo ya previsto en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En este nuevo escenario, el papel destinado a la región es el de productor de materias primas a cualquier costo (transgénicos y deforestación), incluyendo bienes como el agua y la biodiversidad (“El Dorado” de las corporaciones trasnacionales de medicamentos). Volvemos a la implementación de las políticas aplicadas entre 1976 y 2001, que destruyen sistemáticamente el aparato productivo nacional, incidiendo en la sustentabilidad de las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) y en el pequeño productor agropecuario.

El tema del agua es más que sugestivo. Llama la atención el comentario falto de sentido y desinformado del Presidente de la Nación, Mauricio Macri, al  expresar que “hay lugares donde falta el agua y lugares donde sobra”, en referencia a las inundaciones del Litoral argentino. Esa declaración revela el pensamiento de “sus mandantes”: abundancia de agua en la región.

            Resulta entonces necesario interiorizarse sobre los planes para la región. Conociéndolos y planteando estrategias viables, Suramérica podría salir fortalecida de esta coyuntura geopolítica: el agua es el petróleo del futuro, y en la región hay para abastecer a nuestra población y para negociar con el Norte rico del planeta.

No hay frase más clara que la que expresó en un artículo la profesora  en sociología Belén Ennis: “¿Cómo perder rápidamente la soberanía? ¡Firme un Tratado de Libre Comercio!”[3]

 

El nuevo Gobierno

            En su campaña proselitista, Macri sostuvo la necesidad de que el país adquiera protagonismo económico –considera que el Mercosur no cumple un rol financiero–, planteando la conveniencia y necesidad de sumarse a la Alianza del Pacífico. ¿Su argumento? La economía mundial pasa ahora por el Océano Pacífico.

A partir de esta estrategia, una de las propuestas es el Plan Belgrano, que tiene por finalidad visible potenciar la infraestructura de comunicaciones del Noroeste argentino. Sin embargo, su objetivo real es conformar una estructura de servicios para el tráfico de materias primas de Argentina, Paraguay y el sur de Brasil, vía los puertos del Pacífico de Chile y  Perú. De esta manera, el futuro de la subregión queda condenado a la producción de materia prima y prestadora de servicios.

Por esto mismo es que intentarán frenar obras de infraestructura fundamentales como aquellas destinadas a la soberanía energética y al resurgimiento del transporte ferroviario. Es que el concepto soberanía no forma parte del diccionario neoliberal.

 

Brasil: La otra pieza clave de este ajedrez.

Estamos hoy frente a otra triste realidad: la destitución de su presidente, Dilma Rousseff.

Nos centramos en el caso de Brasil, por varias razones: la primera, puramente geopolítica a nivel global ya que, por su pertenencia al Grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) de países emergentes con economías poderosas o potencialmente poderosas, implica pegar un duro golpe a los principales competidores de las trasnacionales; la segunda, someter a Brasil (la economía más importante de América Latina) implica someter al resto. Pero esto no es posible si se mantiene el PT (Partido de los Trabajadores) y sus aliados en el poder.

 

La estrategia comenzó con las denuncias de corrupción de funcionarios del gobierno y especialmente con Petrobras. Esta empresa estatal que tiene también inversores privados es quien explora y explota los tres grandes yacimientos descubiertos de petróleo en aguas profundas: el PRE-SAL, que posee (de acuerdo a las prospecciones realizadas) reservas que equivalen a toda la producción mundial de petróleo por cinco años. Este detalle, no menor para la derecha brasileña y en particular para la Cámara de Comercio e Industria de San Pablo, es suficientemente claro como para hacer todo lo posible para desalojar a Dilma del gobierno. Vale como aclaración que la oligarquía paulista es la que siempre se opuso a todo tipo de proceso de integración regional, rememorando el espíritu del Brasil Imperial de Don Pedro II.

 

Al analizar, específicamente, el pedido de juicio político a Dilma, debemos tener en cuenta una serie de factores que han sido los favorecedores de esta situación:

1.- Tanto Luiz Inacio LULA Da Silva como Dilma Rousseff, llegaron al gobierno mediante una alianza de partidos, de la cual, el PT no es el más grande de todos.

2.- Si bien hubo alguna desconfianza con Lula, su carisma político y sus históricas luchas como sindicalista metalúrgico en épocas de la dictadura, le garantizaron una significativa cuota de respeto.

3.- Dilma no es Lula. Por esta razón la derecha brasileña y aún algunos de sus aliados, apuntaron toda la artillería pesada para mellar su gobierno y su credibilidad. Esto en cierto modo estuvo a punto de lograrse en octubre de 2014, cuando debió ir a segunda vuelta electoral frente a la candidata del Partido Verde (ex aliado del PT), Marina Silva; a la sazón, candidata de la derecha brasileña.

 

Así presentado el escenario, resultó allanado el camino para entorpecer el gobierno de Dilma, apenas comenzó su segundo mandato, en enero de 2015. La metodología aplicada consistió, centralmente, en la tarea conjunta de los multimedios, en especial la RED O GLOBO, el Jornal do Brasil de Río de Janeiro y la Folha de Sao Paulo (San Pablo). Esta labor se cumplimentó con el accionar del Poder Judicial brasileño y la Policía Federal, que accionaron muy rápidamente en las actuaciones sobre casos de corrupción y de enriquecimiento ilícito (algo conocido para nosotros), en especial, sobre el gigante económico que es Petrobras. Funcionarios de distintos niveles, directivos y políticos fueron inculpados, siendo una de las principales acusaciones el desvío de fondos para la última campaña electoral, los negocios inmobiliarios y el enriquecimiento ilícito con el que se intentó golpear al mismo Lula.

 

A esto debemos sumar las deserciones de partidos históricamente aliados al PT, como el caso del Partido Socialista Brasileño (PSB) y la salida, de la alianza, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Perteneciente, a este último partido, es el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil y principal impulsor del “impeachment” (destitución) por juicio político de Dilma, Eduardo Cunha. Tengamos en cuenta que el PMDB es el partido más popular de Brasil y su tendencia es de centro.

 

Hoy estamos frente a un nuevo escenario. A pesar de los esfuerzos de las Centrales Sindicales y de muchas organizaciones sociales, el Senado operó respondiendo a los intereses de las corporaciones. De los 81 miembros del senado 61 votaron contra la democracia, y la destitución de Dilma se concretó, aprovechando la significativa división de la sociedad brasileña, algo similar a lo que nos ha sucedido en Argentina. Los sectores de su tradicional y reducida clase media alta y muchos de quienes han logrado llegar a este nivel social gracias a los gobiernos de Lula y Dilma, son hoy los primeros opositores fogoneados por las grandes cadenas mediáticas. Los sectores de trabajadores nucleados en las principales centrales sindicales (CUT, FORZA, UGT y CTB) son quienes encabezan la resistencia en defensa del orden constitucional.

 

Conclusiones para la discusión

Si hay algo que nos debe quedar muy en claro es que cuando pensamos que las derechas autóctonas habían sido sometidas o derrocadas por la vía democrática, simplemente se replegaron para reorganizarse y buscar nuevos aliados.

            Dada la realidad cambiante y vertiginosa de los escenarios geopolíticos en la actualidad, esta nota tiene un final abierto. La historia es una construcción continua y muy cambiante. Al analizar lo que viene, surgen preguntas como disparadores, que tienen por finalidad mirar adelante con optimismo militante, esperanzados que el poder del pueblo se consolide en la adversidad.

¿Hicimos algo mal? ¿Qué no hicimos? ¿Cómo profundizamos lo que se ha hecho en estas dos décadas? ¿Hace falta un replanteo de los programas de Gobierno? ¿Hay que tomar decisiones y actuar en forma drástica? ¿Cirugía mayor? ¿Nacionalizaciones directas?

Quizás las respuestas resulten desagradables para algunos sectores, pero quedan asignaturas pendientes que hacen a una futura profundización del modelo nacional y popular, y que forman parte de un contexto regional, donde cada uno de los modelos posee matices e identidad nacional y popular propia. Esas asignaturas llevan, fundamentalmente, a consolidar el concepto de Estado soberano porque en la actualidad nuestra Soberanía Nacional e Independencia Económica se encuentra acicateada, alejando la Justicia Social del pueblo argentino.

 

[1] François Marie Arouet Voltaire: Escritor y filósofo francés que figura entre los principales representantes de la Ilustración (1694-1778).

[2] Isabel Rauber. Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento: ¿Fin del ciclo progresista? http://www.alainet.org/es/articulo/174409 (03/12/2015)

[3] Ennis, Belén (2015). "Alianzas desiguales, subdesarrollo y pobreza: México en el TLCAN y las intenciones del macrismo. Entrevista a Ana María Aragonés Castañer y Uberto Salgado Nieto". OETEC

http://www.oetec.org/nota.php?id=1437&area=1 y “¿Por qué Macri no beneficiará jamás a las economías regionales?” OETEC http://oetec.org/nota.php?id=1487&area=14

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