En diferentes entregas diarias el Secretario de Relaciones Internacionales de SADOP explicará el panorama geopolítico. Aquí la primera nota.
Por Rafael Guirado
Secretario de Relaciones Internacionales
SADOP – CDN
La dinámica de los acontecimientos que se dan en la geopolítica mundial y de la mano de avalancha informativa, que, por su vorágine no nos permite diferenciar lo que es verdad de lo que es mentira estructural armada, nos invita a pensar en nuevos cambios y en nuevas situaciones, las que en general, surgen de acciones de violencia quizás apocalípticas.
Todo está mezclado. Todo está impregnado de miedo y temor. Todo es impredecible. Todo se ha salido de los límites de la lógica y hasta de los conceptos básicos de las doctrinas geopolíticas, aún de las más radicales. Esto hace que nuestra capacidad de asombro sea continuamente superada, porque se dan situaciones que, aún en el peor escenario imaginado, no hubieran pasado por la mente de nadie. Estamos al límite de la delgada línea que separa la supervivencia de la especie humana del holocausto final. Nunca se llega, pero estamos al límite. Estamos a la corta distancia de una decisión producto de la paranoia y de la psicopatía.
Estas dos palabras son propias de la mentalidad de cuáquero anglosajón de la meseta central de Estados Unidos, junto el concepto de poder como fuerza y la necesaria cuota de ignorancia, que los caracteriza.
Por estas razones no es responsabilidad solamente de quienes conducen los centros de poder, ya que determinados personajes han llegado de la mano de los votos, por lo que la responsabilidad también le cabe por ignorancia, por miedo o por hambre, sí por hambre en los países más poderosos, a los mismos pueblos, a sus modelos “democráticos” con un formato ya decadente y perimido. Aquí se están confundiendo conceptos: poder no es fuerza irracional.
Estamos en presencia de dos frentes, de dos escenarios muy distintos, pero con la particularidad de que los protagonistas son los mismos. Solo cambian los actores de reparto, incluidos en ellos a los “villanos”.
En realidad es una nueva forma de guerra generalizada pero focalizada a la vez que marca la notoria decadencia del imperio y de la OTAN misma.
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