Los docentes ponen en riesgo su salud y asisten a trabajar enfermos por la culpa que le genera dejar a sus alumnos sin clases, además de no perder una parte importante de sus salarios.
En cada negociación por la paritaria docente desde que Cambiemos arribó al Gobierno se convierte al ítem “presentismo” en una extorsión. El poder ejecutivo pretende instalar a los maestros y profesores como profesionales irresponsables para flexibilizar la tarea y atacar los salarios.
La Primera Encuesta Nacional sobre las CyMAT (Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo) de los Docentes Privados realizada por SADOP reveló que los educadores se sienten extenuados por la indefinición del tiempo de trabajo; las múltiples y superpuestas actividades; la excesiva cantidad de cursos y alumnos a cargo, y la baja participación en la toma de decisiones de la escuela; entre otras cuestiones.
Por lo tanto, el “presentismo” que el Gobierno presenta como un estímulo dinerario evidencia su visión del docente como costo laboral, desconociendo al trabajador como una persona con derechos, y evitando hablar de las condiciones que hacen a la salubridad del ámbito laboral.
El término “ausentismo” denota una intención culpabilizadora hacia los docentes, dejando entrever su aparente responsabilidad ante el índice de inasistencias que se dan en las instituciones educativas, y se lo desconoce como una problemática multicausal que debe ser estudiada desde una perspectiva interdisciplinaria, con la participación del colectivo de trabajadores, y siendo relevante su abordaje en la negociación colectiva.
Por su parte, el “presentismo” consiste en estar físicamente en el puesto de trabajo pero con una productividad mermada. Se trata de personas que van a trabajar aunque no se sientan bien física o psicológicamente, lo que repercute tanto en el contexto escolar como en la vida social y familiar.
Según la Encuesta realizada por el Departamento de CyMAT de SADOP, el 72% de los maestros y profesores manifestó haber padecido “fatiga, cansancio, desánimo”; el 70% sufrió “dolores musculares, de huesos y articulares”; el 60% tuvo “dolores de cabeza y jaqueca”; y más del 50% sintió “nerviosismo, irritabilidad, mal humor”.
Teniendo en cuenta que más de 4.500 docentes respondieron la Encuesta, resulta relevante destacar que más del 30% admitieron sentir “angustia al pensar en su trabajo” y que el 60% se encontraron “estresados” por el mismo. Si bien es preocupante advertir que los trabajadores de la educación manifiestan haber padecido “resfríos, rinitis, dolor de garganta”; “problemas urinarios, renales”; “hipertensión arterial” y “alergias respiratorias”, en una proporción mayor al 60% del universo encuestado, resulta más alarmante todavía que esos docentes admitieron haber concurrido enfermos a sus ámbitos de trabajo o –al menos– sin estar en condiciones plenas de bienestar para afrontar la tarea.
Un ejemplo claro son aquellos trabajadores que padecieron “disfonías/nódulos en cuerdas vocales”, una de las afecciones más frecuentes por el uso de la voz, quienes admitieron haber concurrido a los establecimientos educativos –pese a la enfermedad– en el 73% de los casos. Este dato cobra especial relevancia dado que dichas afecciones profesionales están reconocidas en la Ley de Riesgos de Trabajo.
Por lo tanto, la postura del “presentismo-ausentismo” no solo busca simplificar problemáticas complejas, obstaculizando un análisis y debate profundo sobre las condiciones en el que se desarrolla la Enseñanza-Aprendizaje en Argentina, sino que, además, busca avanzar de forma perversa sobre los derechos, salarios y la salud de los trabajadores.
Informe Departamento CyMAT de SADOP