2012-04-01
En el número anterior de La Tiza, el biólogo Diego Golombek nos decía en una entrevista que la divulgación científica “puede complementar la educación formal de la mano del docente que sabe aprovechar las herramientas que da la comunicación de la Ciencia, y meterlas en el aula, incentivando a los chicos con otro tipo de materiales”. Recortamos algunos capítulos de los libros de la destacada colección “Ciencia que ladra…”, que dirige el propio Golombek, no sólo para disfrutar y aprender con su lectura, sino además porque acompañamos la idea que ¡no muerden!.
Los peligros de servir un mate frío
Cuenta la leyenda que Yasí, la diosa guaraní de la luna, andaba de correrías por la tierra junto con Arai, una nube que le hacía de compinche. Parece ser que fueron muy bien atendidos por un viejo indio y su familia, y decidieron premiarlos mandándoles una semilla divina que con un poco de lluvia se convirtió en la yerba mate, representada por una hermosa doncella que, dicen, se puede ver de vez en cuando entre los yerbales paraguayos.
Vaya uno a saber de dónde salió, pero el caso es que hay quienes no pueden vivir sin ella, sean uruguayos, guaraníes o porteños. Y si esperan creer todo lo que dicen, mejor que sigan tomando: hay reportes de que la yerba mate tiene propiedades de antioxidante, disminución del colesterol, energizante, rejuvenecimiento (?), diurético, lipolítico, inmunoestimulante, tónico y siguen las firmas... ¿No será mucho, cebador?
Algo es cierto: si bien hay varias versiones sobre los nutrientes presentes en el mate, el hecho de que estén en estado líquido ayuda a que se asimilen mejor. Beber para creer: 50 g de yerba mate satisfacen el 52,8% de los requerimientos diarios de magnesia y el 27,3% de los requerimientos diarios de potasio, además de que tienen unas cuantas proteínas y aminoácidos que vienen por la bombilla. El color de la infusión procede, como en el té, de la presencia de taninos. La planta de yerba mate es salvaje, y si bien se la cultiva extensivamente, las infusiones de hojas cultivadas pierden un poco de su sabor y propiedades.
Los agentes activos de la yerba mate son, como era de esperar, cafeína (alrededor del 1%), teobromina y teofilina, similares a los del café, té y chocolate. Hay, eso sí, una cierta controversia: algunos afirman que lo que tiene el mate es mateína, parecida a la cafeína pero con propiedades diferentes. Es más: hasta se aconseja tomar mate a los que tienen problemas con la cafeína.
¡Cuidado con lo que haya dentro del paquete! Habrá que revisar muy bien, porque los requerimientos son bastante estrictos: al menos el 85% del contenido debe ser de hojas secas, rotas o pulverizadas, y no se admite más que un 15% de pedazos más gruesos (la famosa yerba con palo).
Otro cuidado es cómo servirlo. El lenguaje del mate admite muchas formas de pasarlo: calentísimo, espumoso, aireado, y otras maneras de expresar amor, desinterés o enojos. Tanto cuidado hay que tener que lo advierte el mismísimo Martín Fierro:
Cuando mozo fue casao
Aunque yo lo desconfío
y decía un amigo mío
Que de arrebatao y malo
Mató a su mujer de un palo
Porque le dio un mate frío.
“El Nuevo Cocinero Científico. Cuando la ciencia se mete en la cocina”. Diego Golombek y Pablo Schwarzbaum, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires 2011, Pág. 43 y 44.
División justa
Supongamos que usted (Alicia) y un amigo (Raúl) deciden apostar 50 pesos en un juego tan sencillo como el siguiente: se trata de tirar una moneda (o cualquier otro elemento y que la probabilidad de ganar esté dividida por mitades, o sea, 50% de posibilidades para cada uno). Cada uno pone 50 pesos en un pozo y juegan al mejor de siete tiradas. Es decir, quien logre acertar en cuatro oportunidades (de siete), se llevará el dinero (los 100 pesos). No hace falta que sean cuatro aciertos consecutivos, sino que se trata de acertar cuatro entre siete.
Ahora bien. Supongamos que en un momento determinado, cuando Alicia está ganando 3 a 2, se corta la luz, o se pierde la moneda con la que estaban jugando. Es decir, se produce algún acontecimiento que impide que siga el juego. Es importante notar que hasta ese momento todo se había desarrollado normalmente, Y que la moneda fue arrojada cinco veces, de las cuales Alicia acertó en tres.
¿Qué hacer? (más allá de todas las bromas que se le ocurran y que puede usar en este punto). ¿Cómo dividir el dinero?
Antes de avanzar, quiero hacer una observación: no pretendo que usted (ni nadie) trate de encontrar una solución que sea la correcta. Porque no tiene siguiera sentido buscarla, ya que lo más probable es que cualquier potencial solución que uno crea haber encontrado se pueda rebatir. Lo que sí quiero, sin embargo, es mostrar que hay múltiples maneras de hacer algo racional.
Por supuesto, una manera posible es decir: cada uno se lleva el dinero que invirtió (los 50 pesos) Y se termina la historia. y estaría bien. Sólo que la persona que había ganado tres de las cinco tiradas (Alicia), a quien le faltaba un acierto más para llevarse el pozo, podría oponerse y decir: "No. No es justo que hagamos de cuenta que el juego no existió hasta acá. Yo gané tres de cinco, y estaba a punto de llevarme todo. ¿Por qué habríamos de dividirlo por la mitad? Esa división no es justa para mí". Y creo que convendrá conmigo en que Alicia tendría suficientes razones para no querer dividir el dinero por igual.
Al margen de dividir por la mitad como si el partido no hubiera empezado, hay otra forma que Surge de inmediato: si Alicia estaba ganando 3 a 2 y uno quisiera conservar esa proporción, lo que se puede hacer es dividir el dinero de esa forma: de cada cinco unidades, tres son para ella. Luego, como "tres de cinco" significa el 60%, entonces, Alicia se quedaría con 60 pesos y Raúl con 40. La manera de
justificar esto es lo que habitualmente se hace en los negocios, en donde el dinero se reparte de acuerdo con el capital invertido: quien invirtió 60%, retira el 60% de las ganancias.
Sin embargo, esto no agota las posibilidades: si yo fuera el abogado defensor de Alicia (en un juicio imaginario), le diría al juez que a ella le faltaba s610 un acierto más para llevarse todo el dinero. En cambio, a Raúl le hacían falta dos aciertos para quedarse con el pozo. Si uno respetara esta nueva proporci6n, Alicia tendría una ventaja de 2 a 1 (ya que Raúl tendría que acertar 2 de 3 para ganar). En este caso, entonces, guardando esta nueva proporción, Alicia se debería llevar el 66,67% del dinero y Raúl el 33,33%. O sea, $ 66,67 para ella y $ 33,33 para él.
Espero que esté de acuerdo Conmigo en que no hay una solución única. Ni mucho menos.
Le voy a proponer otra manera de pensar el mismo problema.
Uno podría contabilizar qué Pasaría si se tirara la moneda una sola vez más. En ese caso, los dos posibles resultados son:
a) 4 a 2 para Alicia (y se lleva todo), o bien,
b) un empate, 3 a 3.
En consecuencia, en este caso Alicia tendría que llevarse el 75% del pozo. ¿De dónde sale este número? Esto surge como promedio entre el 100% (si gana en la primera tirada) y del 50% que tendría si la pierde. De ahí el 75%.
Con este análisis, a Alicia le correspondería el 75% del pozo (50% de entrada más el otro 25%) ya Raúl, s610 el 25%. O sea, la división en este caso representa una proporción de 3 a 1.[2]
Resumiendo, frente a un resultado de 3 a 2 en favor de Alicia, hemos visto cuatro posibles instancias:
a) Repartir el dinero en partes iguales, como si el juego no hubiera existido.
b) Dividir 60% para Alicia y 40% para Raúl.
e) Darle el 66,67% a Alicia, y el 33,33% a Raúl.
d) Darle el 75% a Alicia y el 25% a Raúl.
¿Qué enseña esto? Es obvio que a uno le gustaría que las veces en las que uno tiene que optar en la vida cotidiana, las situaciones fueran siempre binarias. Es decir, cuando una de las opciones es la que está "mal" y la otra, la que está "bien". "Blanco" o "negro". "Correcto" o "incorrecto". Sí, todo funcionaría bárbaro: sólo tendría que tener
la suerte de elegir la opción adecuada cada vez.
Sin embargo, no es así. Las alternativas que planteé más arriba sirven para modelizar situaciones reales. Lo mejor no es hacer de cuenta que no hubo juego, porque lo hubo. Tampoco es justo dividir por la mitad, porque Alicia iba adelante y no quiere perder esa condición. Pero, decidir cuán adelante iba, defender sus intereses, sin afectar los de Raúl, no es tarea sencilla, y requiere de acuerdos Y compromisos. En definitiva, de eso se trata la vida: de constantes elecciones que uno quisiera tomar en la forma más racional y educada posible. La matemática suele ayudar.
“Matemática… ¿Estás Ahí? Episodio 3”. Adrián Paenza, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires 2007, Pág. 111-114.
Para el dolor de muelas nada mejor que un clavo de olor
Una vieja receta de las abuelas para aliviar el dolor de muelas consiste en poner un clavo de olor junto a la pieza que está doliendo y mantenerlo allí hasta que la molestia desaparezca. Otra opción es verter un poco de aceite de este clavo en un pedacito de algodón, o enjuagarse con una infusión (té de clavo). Pero... ¿es efectivo este remedio?
La cuestión es que el clavo de olor, al igual que la nuez moscada y la canela en menor proporción, contiene una sustancia denominada eugenol. El eugenol es un aceite de color amarillo pálido, que tiene propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antibacterianas y, sobre todo, anestésicas. Se usa en odontología mezclado con óxido de zinc en polvo como cemento dental y es el que les da a los consultorios ese característico "olor a dentista" que tan nerviosos pone a algunos pacientes. Así que, en lo que a dentadura se refiere, pulgares arriba para nuestras abuelas: el clavo de olor alivia el dolor de muelas, es capaz de salvamos una noche de sueño y darnos tiempo de ir a nuestro dentista de confianza.
“Los Remedios de la Abuela. Mitos y Verdades de la Medicina Casera”. Valeria Edelsztein, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires 2011, Pág. 23 y 24.
Este problema fue discutido por Pascal y Fermat en un intercambio de cartas hace más de tres siglos (recuerden que no había Internet hace 350 años). Ambos fueron dos de los pioneros creadores de lo qUe se conoce con el nombre de Teoría de probabilidades, y la situación planteada sobre la división justa es uno de los clásicos.
[2] Usando el análisis de qué es lo que sucederla tirando la moneda sólo una vez más, ¿qué pasaría si en lugar de ir 3 a 2, el juego estuviera 3 a en favor de Alicia? ¿Qué hacer entonces? En ese caso, los resultados posibles son los siguientes: 4 a 1 si gana Alicia en la tirada de la moneda, o se vuelve a la situación 3 a 2, si la pierde. En la primera situación, es un 100% del pozo. En la segunda (de acuerdo con lo que vimos más arriba), es 75%. Si uno saca el promedio de las dos, a Alicia le corresponde el 87,5% del dinero.