La Salud de los Trabajadores

Las Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (CyMAT) abarcan temas controvertidos, no solo en cuanto a sus repercusiones sobre la vida y la salud de los trabajadores, su influencia sobre la eficiencia de las empresas y organizaciones (en términos de costos, productividad, calidad, relaciones de trabajo y vínculos con los clientes y usuarios), sino también a nivel teórico y metodológico.

La Tiza 54 // 31 de Julio 2012
Encuesta Nacional Docente

Por Julio César Neffa

Investigador del CONICET en el CEIL y Prof. de la UBA y de la UNLP

No se ha logrado aún el consenso acerca de las mutuas interrelaciones entre el trabajo y la salud de quienes lo realizan. Por eso, coexisten actualmente diversas concepciones sobre el tema, que van desde los enfoques más tradicionales hasta los más progresistas. Al mismo tiempo, como se trata de un proceso histórico dinámico, no está determinado, por lo que puede evolucionar en un sentido o en otro.

La noción de salud utilizada se inspira en los trabajos de la Organización  Mundial de la Salud (OMS) que la comprende no sólo como la ausencia de enfermedad, "sino también como un estado óptimo de bienestar físico, mental y social. La salud no es algo que se posee como un bien, sino una forma de funcionar en armonía con el medio (trabajo, ocio, formas de vida en general). No solamente significa verse libre de dolores o de enfermedades, sino también la libertad para desarrollar y mantener sus capacidades funcionales… Como el medio ambiente de trabajo constituye una parte importante del medio total en que vive el hombre, la salud depende de las condiciones de trabajo.”

Desde hace dos décadas, más precisamente desde la emergencia de la crisis del régimen de acumulación y del proceso de trabajo taylorista y fordista en los países capitalistas industrializados, la concepción tradicional comenzó a ponerse en cuestión. En 1974 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) produjo un cambio cualitativo en sus políticas cuando se aprobó la Memoria "Por un Trabajo más Humano" y luego, en 1976 al crear el Programa por el Mejoramiento de las Condiciones de Trabajo (PIACT), postulando la “necesidad de adoptar una visión global y de conjunto cuando intervienen diversos factores, que se relacionan con el bienestar físico, psíquico y mental del trabajador”.

Para analizar este tema hay tres conceptos centrales: la noción de trabajo, la de proceso de trabajo y la relación estrecha que se establece entre las CyMAT y la salud de los trabajadores.

El trabajo, más que una penosa obligación social, es un derecho humano fundamental, una de las actividades más nobles que desarrollan los seres humanos, la que estructura su identidad, permite desarrollar su personalidad y es la fuente de los derechos laborales. Además de su carácter creativo y socialmente útil, dada su capacidad para producir bienes y prestar servicios indispensables para asegurar la reproducción de la especie, el trabajo genera las condiciones necesarias al desarrollo de todas las dimensiones de la persona humana y el establecimiento de relaciones de intercambio y cooperación, constituyendo una nueva realidad: el "colectivo de trabajo".

El trabajo permite a quienes lo realizan "trascender", producir algo que tiene una existencia autónoma y exterior, que puede perdurar más allá de la vida del sujeto que le dio origen, y estar presente lejos del marco geográfico donde se gestó. El trabajo no es en sí mismo un castigo o una pena que los trabajadores arrastran hasta su muerte, pero cuando las CyMAT no son adecuadas, la fatiga se hace patológica, aumenta la propensión a enfermarse y accidentarse y "ese" trabajo degradado termina por deteriorar la salud.

Tenemos por una parte la carga física de trabajo y el esfuerzo muscular que requiere el ejercicio de la actividad; por otra parte, los problemas de higiene y de seguridad en el trabajo provocados por el tiempo de exposición a los riesgos, la intensidad de la actividad y la existencia o no de medidas de prevención. Pero el proceso laboral se desarrolla en un contexto dado por las condiciones de trabajo; estos son factores de otra naturaleza, debido a que se refieren a formas institucionales, a las relaciones sociales de producción, a los modos de organización de las empresas u organizaciones (la duración y configuración del tiempo de trabajo, el contenido y la organización del trabajo, las formas de gestión de la fuerza de trabajo, la ergonomía, la transferencia de tecnologías, los sistemas de remuneración, las posibilidades de participar en el mejoramiento de las CyMAT, los servicios de bienestar accesibles a los trabajadores). Son las condiciones de trabajo las que explican en buena medida el diferente impacto de la carga de trabajo sobre la salud psíquica y mental de los trabajadores.

La entidad que trabaja no es solamente el cuerpo o las dimensiones biofísicas del trabajador, sino que en la actividad éste compromete y pone en acto, en mayor o menor medida, todas las dimensiones de su personalidad, incluyendo las psíquicas y mentales.

Cada trabajador es un ser individual, diferente de todos los demás, heterogéneo, no sólo en cuanto a sus capacidades y potencialidades laborales, sino también respecto de los efectos que tienen las condiciones y medio ambiente de trabajo sobre todas las dimensiones de su personalidad. Cada trabajador tiene sus propias capacidades de resistencia y adaptación a los riesgos ocupacionales y a las condiciones de trabajo. Por lo tanto, no existe en la realidad el "trabajador promedio", resultado de una construcción estadística. De allí la importancia de la ergonomía, para adaptar los medios de producción, las instalaciones y finalmente el trabajo a cada trabajador.

Todas esas dimensiones son afectadas primeramente por el trabajo prescripto, generando tensiones a causa de su inadecuación respecto de lo que es posible hacer, pero sobre todo por la actividad efectivamente realizada resultante de su capacidad para utilizar de manera responsable y autónoma la creatividad y la subjetividad, para modificar las pautas del trabajo como había sido prescripto, para que el mismo pueda ser efectivamente realizado, poniendo en tensión sus capacidades, generando una elevada carga psíquica y mental, que es fuente de fatiga, angustia y ansiedad. Si bien la salud está directamente condicionada por el trabajo, no existe un fatalismo en cuanto a las consecuencias negativas que el proceso de trabajo inevitablemente acarrearía a los trabajadores, pues no hay un determinismo económico o tecnológico. La prevención es posible.

Establecer de manera impuesta, arbitrada individualmente o negociada colectivamente, primas monetarias por riesgos como una compensación o amortización anticipada del deterioro de la salud significa, de hecho, tornarla una simple mercancía y aceptar de alguna manera su venta parcial y diferida, a mayor o menor precio, según la situación del mercado de trabajo y la capacidad de negociación de los interesados.

La prevención no se limita al uso obligatorio de los equipos de protección individual, lo normal no es trabajar utilizando elementos que demanden mayor esfuerzo físico o generen molestias para portarlos. Los equipos de protección individual aumentan la fatiga y disminuyen la libertad de movimientos y las destrezas de los trabajadores, reducen la capacidad perceptiva de los sentidos y por lo tanto, comprometen la productividad y calidad del trabajo y dan como resultado la incomunicación de los trabajadores que ocupan puestos riesgosos (por ejemplo, los cascos o tapones auditivos).

La prevención debe en primer lugar procurar aislar a los trabajadores respecto del riesgo, limitar sus efectos nocivos, pero teniendo como objetivo final la eliminación del riesgo en su misma fuente, lo cual requiere una

actitud permanente de "vigilia". Los riesgos interactúan entre sí de manera sinérgica y combinada, pudiendo anularse mutuamente, pero lo que ocurre más frecuentemente es que se adicionen o se potencien. De esa manera, la carga global de trabajo efectivamente soportada por los trabajadores es siempre mayor que la suma de los riesgos provocados individualmente por cada uno de ellos. Se impone la necesidad de adoptar una concepción sistémica.

Los riesgos ocupacionales del medio ambiente de trabajo, comprendidos en las nociones de higiene y seguridad, y las condiciones de trabajo, pueden ser analizados y evaluados objetivamente mediante censos o encuestas, pero un estudio exhaustivo de esta naturaleza a nivel de todo el sistema productivo implicaría un costo elevadísimo, y requeriría largo tiempo y el entrenamiento de un gran número de especialistas, condiciones difíciles de reunir.

 Los factores de las CyMAT repercuten sobre seres vivientes, y específicamente sobre personas dotadas de un saber productivo y de capacidades cognitivas y psíquicas, por lo tanto existe la posibilidad de que ellos perciban primero, y vivencialmente, el efecto que las condiciones y el medio ambiente de trabajo tienen sobre su vida y su salud aunque no posean el conocimiento científico de los riesgos inherentes a los procesos productivos de bienes y servicios que afectan la salud. Así, la intervención de los actores del proceso de trabajo que son al mismo tiempo víctimas y "sensores" de los riesgos se convierte en un elemento decisivo para la identificación de éstos, para percibir sus consecuencias, proponer medidas eficaces de prevención y hacer el seguimiento. Explican esto los resultados estimulantes obtenidos cuando existen los Comités Mixtos de Higiene, Seguridad y Condiciones de Trabajo.

Cuando se llevan a cabo estudios estadísticos mediante encuestas sobre la percepción y vivencias de los trabajadores en cuanto a los efectos que sobre su salud provocan las condiciones y medio ambiente de trabajo, la experiencia histórica ha probado que generalmente, quienes son encuestados, no sobrevalúan los aspectos negativos, porque ellos ignoran todos los riesgos que corren cotidianamente por el simple hecho de trabajar y las repercusiones que esto trae sobre su salud. Por razones de tipo cultural, difícilmente imaginan que su trabajo pueda hacerse de manera menos peligrosa, que sea más limpio, salubre y agradable; en su imaginario disocian el trabajo y el riesgo y, como ya han hecho un formidable esfuerzo para resistir y adaptarse a los mismos, los asumen como algo natural, imposible de eliminar.

A menudo, y como ya se señaló, para poder adaptarse y resistir los riesgos del trabajo, superar los inconvenientes que implica hacer un trabajo que goce de un bajo prestigio social o para vencer el miedo de tener que coexistir con los riesgos, los trabajadores construyen colectivamente sus "ideologías defensivas", según C. Déjours, que les permiten, por un tiempo y si no hay crisis mayores, olvidar o poner un velo sobre los aspectos negativos del trabajo durante la jornada laboral. El problema existe no sólo en el trabajo directo, material, dentro de las organizaciones que procesan materia prima con la ayuda de máquinas y herramientas, sino también en la importancia creciente que ha tomado el trabajo indirecto, predominante en el sector servicios, en tareas administrativas, y en tareas de gestión desarrolladas por los obreros en los sectores agropecuario e industrial.

Existe una relación estrecha, pero no unidireccional, entre el proceso de trabajo y la salud. La vida y la salud de los trabajadores está fuertemente condicionada, e incluso determinada, por las condiciones y el medio ambiente de trabajo. A su vez, el estado de salud de los trabajadores, y sus capacidades de adaptación y de resistencia, pueden influir para hacer más o menos grave el impacto de las condiciones de trabajo.

Esta verdad, de sentido común, no es precisamente la que predomina en la práctica profesional, pues estos temas no tienen un lugar relevante en los planes de estudio universitarios de grado, y para profundizarlos, economistas, ingenieros y médicos deben estudiarlos en cursos de posgrado; pero desde la emergencia de la actual crisis económica internacional, los sindicalistas y empresarios más lúcidos, los responsables de la política económica y laboral de los países industrializados, han comprendido que las CyMAT tienen una influencia decisiva sobre la eficiencia de las empresas y organizaciones, puesto que el incremento de la productividad, el mejoramiento continuo de la calidad, la reducción de los costos, la aceptación y difusión de las innovaciones en cuanto a los productos y los procesos, la implicación de los trabajadores para alcanzar esos objetivos y entregar la producción "justo a tiempo" no se pueden lograr de manera sostenida y sin conflictos, si el proceso de trabajo deteriora la salud de los trabajadores y genera conflictos.

Para finalizar, es importante resaltar que los seres humanos tienen básicamente tres esferas de desarrollo personal: el amor, la vida social y la actividad; dentro de esta última el trabajo ocupa un lugar prioritario.

El trabajo necesita y al mismo tiempo permite instaurar relaciones interpersonales, y construir un colectivo de trabajo, es decir una entidad generada por lazos e interrelaciones que crean una solidaridad de hecho, primeramente entre todos los trabajadores, y esencialmente entre los obreros y empleados asalariados de ejecución y también con las demás categorías socio-profesionales de mayor nivel jerárquico que se desempeñan en la misma unidad productiva. De esto surgen las reglas del oficio, que determinan las maneras de hacer, las condiciones de la cooperación y los criterios de juicio del colectivo sobre el valor y la belleza del trabajo realizado. Pero el trabajo implica por su propia naturaleza la fatiga por el involucramiento, el esfuerzo y la atención que requiere, y no siempre favorece el sentimiento de pertenencia y de identidad, ni el desarrollo de la personalidad. Para sobreponerse a estas limitaciones, los trabajadores procuran encontrar un sentido a lo que hacen y deben buscar el reconocimiento social  de su actividad.

            Dadas las exigencias y las restricciones generadas por el proceso y la organización del trabajo, que requieren defenderse, adaptarse y resistir para permanecer en los límites de la normalidad, el trabajo es concebido como el resultado de un gran esfuerzo y de una verdadera conquista, que al mismo tiempo provoca, según Déjours, placer o sufrimiento o ambas cosas a la vez.

Para llegar a procesar y transformar el sufrimiento, para que sirva al trabajador como incitación para la realización de sí mismo, la construcción de su identidad, e incluso para encontrar un verdadero placer en el trabajo es necesario encontrarle un sentido al trabajo. Los trabajadores buscan normalmente obtener un trabajo “bien hecho”, pero eso es imposible de lograr si no se cuenta con un cierto margen de involucramiento, autonomía y libertad, condiciones necesarias para hacer posible la expresión, comunicación, coordinación y cooperación entre los miembros del colectivo de trabajo para cumplir su tarea. Dada la centralidad del trabajo, este es, o puede ser, tanto un operador de salud, constructor del equilibrio o, por el contrario, constituir una restricción al desarrollo personal con efectos patológicos y desestabilizadores para la salud.