Violencia Laboral

La Tiza 54 // 01 de Agosto 2012

La Importancia del Acta Compromiso

Por Jorge Aramayo

Secretario de Derechos Humanos

Consejo Directivo Nacional – SADOP

El Acta Acuerdo sobre “Trabajo Digno sin Violencia Laboral” firmada por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad de la República Argentina y los distintos gremios, entre los cuales se encuentra SADOP, permitirán afrontar y defender a los trabajadores del acoso laboral, razón por lo cual hoy damos a conocer los contenidos del documento en cuestión.

            Analizando los artículos de dicho documento, podríamos inferir que su incumplimiento por parte de los empleadores, constituye en muchos de los casos un avasallamiento  a los Derechos Humanos. En lo que concierne a las instituciones escolares, los ejemplos son frecuentes, ya que tanto reclamos por diferencias salariales o de otra índole como la acción propia de afiliación al sindicato –todas peticiones por demás justas–, pueden dar como repuestas en casos aislados el maltrato modal o verbal. De esta manera, los empleadores buscan desestabilizar al trabajador, menoscabarlo, destruir su reputación y autoestima. Sin duda, con estas modalidades se violan los artículos Nº 20 y Nº 22 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por si hiciera falta recordar, dichas normas se encuentran incluidas dentro de nuestra Constitución Nacional y demás leyes laborales del país.

            En SADOP creemos que la flamante Acta Acuerdo es una herramienta valiosa que aporta más elementos sobre el tema, y que nos permitirá llevar adelante las denuncias de atropello e injusticias que se producen dentro de colegios privados. Por suerte, no es una realidad de todas las instituciones educativas; aun así, este instrumento constituye otra manifestación para la defensa de los docentes privados.

            En este sentido, rescatamos como significativo el artículo Nº 2, el cual especifica: “Asimismo (los sindicatos) se comprometen a fomentar la utilización de la negociación colectivo como instrumento fundamental para establecer políticas de prevención y tratamiento en el ámbito laboral y a contribuir en las investigaciones y estudios estadísticos que lleva adelante la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral en el sentido de aportar a un mayor conocimiento de la temática a nivel nacional”. De esta manera, los gremios contamos con una nueva evidencia clara y precisa, que se suma a los numerosos  argumentos con los que contamos, y donde la razón nos asiste en las conversaciones con nuestros empleadores. Recordemos que estos análisis son para algunos de estos empresarios, simplemente, ecos de una “campana de palo” en esta búsqueda del Convenio Colectivo de nuestro sector.

            No deja entonces de resultar llamativo que algunas de nuestras patronales se animen a pregonar a la sociedad en general, y en especial a los gobiernos provinciales y el nacional, que deben escuchar, para luego entender y acordar. Sería bueno que estos que propagan hacia fuera, se escuchen a sí mismos diciendo lo contrario. Sin duda alguna llegamos a la conclusión de que nuestras patronales obran diciendo “hagan lo que les digo y no lo que yo hago”; vieja frase utilizada por las arcaicas y altas clases sociales de nuestro país. Voces que aunque hoy son pocas, lamentablemente siguen vigentes.

 

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Entrevista a Patricia Sáenz

“El abuso de poder trae grandes consecuencias en la salud psíquica y física del trabajador”

La Coordinadora de la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación dialoga con La Tiza.

                -¿Qué es la Violencia Laboral? ¿Qué alcances tiene?

            -Para hacer una conceptualización, hay que decir que en cualquier relación de trabajo, cuando alguna de las partes ejerce o abusa del poder con una finalidad concreta de someter o destruir a un trabajador, esto es considerado Violencia Laboral. El abuso de poder trae grandes consecuencias en la salud psíquica y física del trabajador. Además, conlleva consecuencias grandes en su entorno social, familiar y de relaciones. Entonces, la Violencia Laboral es el abuso de poder con la finalidad concreta de excluir o someter, afectando la dignidad de la persona que la padece.

            -¿De qué maneras se puede dar la Violencia Laboral?

            -Se manifiesta, fundamentalmente, de tres maneras. La primera tiene afectación en todas: la violencia psicológica o –como se suele llamar– el acoso psicológico. Otra forma de abuso de poder es el acoso sexual. Y la tercera es la agresión física. Lamentablemente, los trabajadores, varones y mujeres, padecen Violencia Laboral. Hay sectores más vulnerables, tal vez por la exposición o por cuestiones organizacionales. Por ejemplo, en instituciones que son mucho más cerradas y con menos participación de los trabajadores, seguramente va a haber más violencia que en organizaciones más abiertas.

            -¿Hay profesiones o sectores más críticos?

            -Hemos detectado que el sector salud es uno de los que más fuerte la padece; la seguridad, por toda la connotación cultural que conlleva. También el sector educativo, y fundamentalmente los de servicios.

            -¿Se da siempre de manera vertical, de arriba hacia abajo?

            -Nos dimos cuenta que la mayoría de los casos son de arriba hacia abajo, pero en mandos intermedios. Por eso, creemos que hay posibilidad de solución del tema. Pero también puede ser entre los propios compañeros, donde es importante ocuparse porque se empieza a trabajar con la complicidad, y cuando uno es cómplice de una situación de violencia, termina siendo autor de Violencia Laboral. Esto tiene que ver con el miedo y un montón de otras cuestiones que se vienen planteando. Incluso, hay situaciones que pueden darse de un inferior a un superior; son la menor parte de los casos, pero ocurren también. Entonces, la Violencia Laboral la pueden sufrir tanto el trabajador como el empleador.

            -¿Cómo llegar a identificar esa situación antes de que tenga consecuencias graves?

            -Lo primero a lo que hay que estar atento es a las situaciones de aislamiento. El trabajador empieza a considerarse aislado, y tiene un sentimiento muy fuerte de culpabilidad. En una situación laboral que venía bien, de repente algo pasó, se cortó, y ahora se da una ruptura comunicacional. Aquí hay que empezar a estar atentos. ¿Qué es lo que pasó? ¿Por qué pasó? Por esto, para nosotros es muy importante la participación del sector sindical, porque son los delegados quienes con más frecuencia acompañan al trabajador. Cuando vienen al Ministerio, llegan con una situación de enfermedad, en un estado de deterioro que nos cuesta muchísimo más solucionar.

            -¿Qué acciones lleva a cabo la Oficina  para que los trabajadores reconozcan que están padeciendo esta situación laboral?

            -Lo primero que hacemos es trabajar en la prevención y en la difusión. Somos concientes de que la problemática es tan grave que solos no podemos. Hay que articular con todos los sectores sociales para hacerle frente por la gravedad que puede causar, como llevar a una persona a la muerte. Además de difundir, trabajamos en la atención. También estamos empezando a trabajar en la investigación, para ver si lo que nos pasa como país, es lo mismo que pasa en otros lados. No hay datos en Argentina, somos los primeros en recopilar algunos informes ciertos, junto a otros actores sociales. Además, queremos que haya una política pública fuerte. Estamos trabajando en la elaboración de proyectos de ley para poder sancionar realmente al acosador. Si bien tenemos un marco normativo importante, queremos la aplicación de una ley concreta que defina y tipifique la Violencia Laboral.

            -¿Cómo se está avanzando en esa ley?

            -Desde 2004 ó 2005 empezamos a hacer algunos aportes para una ley. Hubo siete proyectos parlamentarios en los cuales la oficina buscó participar. Todavía no estaba armado el contexto; esta temática tiene que tener un contexto social y político preparado para ser recibida. La Violencia Laboral estaba naturalizada, y no estaba visualizada. Cuando se comienza a visualizar, se encuentra la necesidad de una ley. En estos momentos estamos trabajando con técnicos en un proyecto de ley, que es el oficial. Próximamente se va a trabajar en las comisiones laborales. Hay muy buenas perspectivas; se está discutiendo, hablando. Existe una posibilidad de tratamiento, y hay un bloque interesado en tratarlo. Así que tenemos esperanzas de que antes de fin de año contemos con una Ley Nacional sobre Violencia Laboral.

            -Los Derechos Humanos deben ser un marco importante para sostener la futura ley. ¿Cuáles son los ejes vinculantes?

            -Para nosotros la violencia es un ataque a los Derechos Humanos, porque lo primero que se ataca es la dignidad del trabajador. Esto va a estar marcado en la ley. El derecho a la dignidad y el derecho a la salud son los ejes rectores de todas las acciones que hacemos desde esta Oficina.

            -¿Podría explayarse sobre este tema de afectación de los Derechos Humanos?

            -Sí. La Violencia Laboral afecta fundamentalmente la dignidad, el sentirse personas y sentirse un trabajador. El trabajo va mucho más allá de cumplir un horario. Tiene que ver con el proyecto de vida y la construcción de las personas, con su dignidad. Si hay una afectación en la autoestima, en lo que uno cree que vale, seguramente todo ese proyecto de vida se trunca, porque se trasciende el momento en que se padece la violencia. Si no se actúa rápidamente, esa persona no va a poder volver a involucrarse en el mercado laboral. También sus relaciones humanas se van a deteriorar, y, fundamentalmente, el Derecho a la Salud se termina, porque no habrá un trabajador social. Después, un trabajador que es despedido, que se queda sin obra social y sin empleo, difícilmente pueda hacerse cargo de esta problemática. Por eso lo consideramos un Derecho Humano fundamental. Por otro lado,

está declarado en un conjunto de normas y convenios internacionales a los que Argentina ha subscripto. Desde esos aspectos hay que combatir la violencia, y se le debe hacer frente a través de acciones inmediatas y específicas. Por eso creemos que hay una vulneración muy grande en el Derecho Humano a trabajar con dignidad. En realidad, a vivir con dignidad.

            -Recién mencionaba a los sindicatos como socios fundamentales. ¿Cuál es el lugar que ocupan? ¿Qué respuestas tuvieron de los gremios?

            -Tuvimos una respuesta maravillosa. Es que nos faltaba poder traspasar y darnos cuenta de que los trabajadores son lo más importante que tenemos en el Ministerio con los sindicatos. A mí me parece que los sindicatos han hecho un esfuerzo enorme para poder salir de sus diferencias. Podemos tenerlas, pero también podemos ponernos a trabajar en un objetivo común: la dignidad de los trabajadores. En esto los sindicatos han abierto espacios, han convocado. Ellos son los primeros en pedirnos que vayamos y que capacitemos; son los grandes movilizadores. Para nosotros, el movimiento obrero es el factor determinante para acompañar este trabajo. En realidad, lo que quisiéramos es poder acompañar nada más, porque creemos que los lugares tienen que ser las propias organizaciones.

            -¿Cómo es el trabajo con los delegados?

            -Con los delegados estamos haciendo capacitaciones: sacar a la luz y desnaturalizar el tema. Queremos darles herramientas, porque lo primero que pasa con la Violencia Laboral es no se tienen elementos para poder demostrarla. Sobre todo en el acoso psicológico, porque es muy sutil el manejo que se hace; “quién va a creerme”, se tiende a pensar. Entonces, tratar de comentarles a los delegados cuál fue la experiencia que tuvimos nosotros, compartirlas con ellos y nutrirnos con ellos; no es una capacitación para impartir un conocimiento, sino que éste siempre está de ambos lados. La idea es tratar que cada lugar pueda conseguir tener sus propios espacios. El Ministerio busca concientizar a todos con la necesidad de incorporar la temática en los convenios colectivos de trabajo. Ahí apuntamos. Creo que este año, más allá de las cuestiones salariales,  los sindicatos van a poder plantear estos conceptos que tienen que ver con la dignidad del trabajo, e incorporarlos en los convenios colectivos. También queremos que los sindicatos puedan participar de las audiencias que nosotros hacemos. Buscamos trabajar codo a codo. Por eso se firmó el Acta Compromiso por un Trabajo Digno y sin Violencia Laboral.

            -Además de los sindicatos, ¿hay otros actores o instituciones que están trabajando conjuntamente en el tema?

            -Desde el área gubernamental se está trabajando mucho con el Ministerio de Defensa, una experiencia de dos años, muy interesante por ser una institución con una concepción cultural muy fuerte. También con el Ministerio de Seguridad y la Cancillería. Con todos ellos hemos firmado convenios. El Ministerio de Trabajo de la Provincia –ya que la temática se toca–, el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), la Defensoría del Pueblo del Gobierno de la Ciudad, son grandes aliados en cuanto al cambio cultural que debe generar el tema. En cuanto al sector empresarial estamos sumando muchas sociedades, cámaras y federaciones. Hicimos varios encuentros el año pasado. El mismo trabajo que hicimos con los sindicatos, este año tenemos que hacerlo con el sector empresarial.

            -Metiéndonos en el trabajo docente, ¿cuáles son los casos de violencia más comunes en el ámbito escolar?

            -Es un lugar complicado, sobre todo porque hay una cuestión cultural que hace difícil entender el tipo de relación de trabajo, ya no tan verticalista, sino más horizontal. Además, tienen otros problemas: los docentes tienen que ejercer cierto tipo de rigidez en cuanto a saber cómo hacer sus peticiones y cómo tratar de trabajar. En algunos distritos es muy difícil porque además está la cuestión de la inspección, que también tiene que conocer el tema de la Violencia Laboral como una afectación a la salud. Tienen doble posición: por un lado un sistema armado, en donde es muy difícil hacer una presentación de la denuncia, y muy rígido en cuanto a la autoridad; y por el otro trabajan con poblaciones de muchísimo compromiso, en donde el reclamo es mucho más difícil porque no sólo trabajan con la población educativa sino con padres y con situaciones externas. Observamos que en el ámbito escolar existe mucha dificultad para hacer las denuncias que se presentan en el Ministerio. Hace dos o tres años la cuestión era cómo romper con esa estructura en la que el docente tenía que presentarle la denuncia a su director, el director a su distrito para que intervenga… Por toda la cuestión burocrática, el problema se quedaba sin resolver. El desafío docente es armar espacios donde poder recurrir. Por otro lado, está el tema de las horas que cumplen. Para poder tener un buen ingreso, el docente, tal vez, tiene que concurrir a muchas instituciones. Entonces, cuando hace su reclamo, se lo etiqueta de conflictivo: “este es el que tuvo problemas en tal lado o en tal otro”. Entonces, por su complejidad, requiere de un trabajo muchísimo más fuerte. Esta característica no se da solamente en Argentina. Tenemos estudios de muchos países, y el ámbito de la educación es el primer lugar donde se observó que la violencia se ejerce con mayor fuerza. El docente se tiene que concientizar que el ejercicio de derecho de su actividad tiene que ser libre de violencia. También hacia sus propios compañeros que están ingresando, algo que hemos visto mucho.

            -¿Qué particularidades presentan estas situaciones de Violencia Laboral cuando se dan en instituciones privadas?

            -A las instituciones privadas fue más fácil convocarlas. Cuando vienen del ámbito público, nosotros comunicamos inmediatamente al Ministerio de Educación, les hacemos llegar nota de lo que está sucediendo, y ahí se arma el expediente, lo que muchas veces demora. Por eso, el ámbito público tiende más a producir el sometimiento del trabajador. En el ámbito privado lo que pasa con más frecuencia es la exclusión. O sea: “no te adaptaste, te vas”. El sometimiento es desgarrador. Muchas veces hemos podido llamar a audiencias y el problema se ha solucionado con la dirección. Pero también vemos que en las direcciones hay una concepción de la educación muy cerrada a estos nuevos conceptos. Cuesta mucho que entiendan que el docente es un trabajador, que le pasan cosas y que no son objeto del manejo de las propias instituciones. Acomodan la norma a donde más les conviene.

            -Desde SADOP decimos que el docente sabe todos sus deberes, qué tiene que hacer, dónde tiene que ir, de qué manera, la presentación de su trabajo, pero a la hora de sus derechos…

            -No puede ejercerlos. Hay muchos impedimentos. Yo creo que habría que hallar algún mecanismo para que no tengan que recurrir necesariamente a lugares donde vuelven a ser victimizados. Me parece que el sindicato es el lugar abierto para poder recurrir.

            -Además hay una construcción social muy fuerte alrededor del docente…

            -Por eso es importante que el convenio colectivo incluya esto, y le permita al sindicato abrir su propio espacio. Alivianar, porque si no tengo que ir a hablar con el que, justamente, es más cercano a mi acosador. Entonces la denuncia nunca llega, y empieza el rumor. Y eso es tremendo, porque como el docente concurre a varios institutos, empieza a ser observado, etiquetado, y es muy difícil salir de esa situación. Para esos casos hay que armar alguna estrategia especial.

            -Desde los medios se suele hablar de Violencia Escolar. Desde SADOP preferimos hablar de Violencia en las Escuelas. ¿Ustedes hacen esa diferenciación? ¿Por qué es importante?

            -Sí. En realidad, nosotros trabajamos con lo que tiene que ver con violencia en el lugar de trabajo. Pero en las escuelas hay que diferenciarlo, porque si no empezamos con las etiquetas y nos convertimos en una sociedad en la que decimos que los niños son violentos, que los padres son violentos, y no vamos a la causa del problema. Estamos siempre mirando la consecuencia y no la causa. Ahí es donde hay que trabajar y limpiar un poco los contenidos. La violencia está en todos lados… ojalá no existiera. Pero si uno trabaja sobre las causas que producen la violencia, o por qué esa niña o niño tiene algún problema en la escuela y cómo se manifiesta, estaremos dándole una respuesta un poco más integral al problema. No quedarnos solamente con la consecuencia que trae aparejada, estigmatizando que se trata de chicos violentos, de docentes violentos o de escuelas que no funcionan.

            -¿La mediatización audiovisual de estos problemas suele tapar la violencia psicológica que se da en las escuelas?

            -Todo el tiempo. Y en realidad es imposible no pensar la violencia psicológica; nada que a un docente le suceda puede no repercutir de ese modo. Porque es una violencia en el alma de la gente que la padece, en su autoestima, en su forma de poder seguir todos los días. Nada de lo que te haga el insulto, el maltrato, decirte que sos un inútil, que no servís, que ya estás viejo, que ya no podés opinar, etc., puede no producir una consecuencia. Eso siempre produce una consecuencia en la dignidad, y, seguramente, una consecuencia psicológica en cómo me pueda llegar a sentir frente a esto concurriendo todos los días a mi lugar de trabajo. En esto, me parece que la participación de los jóvenes es importante, porque son los únicos que van a poder dar el cambio. Escuchar a los niños también es importante.

            -¿Qué esperás de SADOP?

            -Con SADOP ya somos compañeros. Espero podamos profundizar el trabajo, llegar a las seccionales y delegaciones del interior del país, porque si no siempre sentimos que todo pasa sólo en la Ciudad de Buenos Aires. Espero realmente que hagamos un trabajo conjunto, que podamos retroalimentarnos. Fundamentalmente, que se empiecen a crear estos espacios en diversos lugares, que SADOP sea referente para los trabajadores que padecen la Violencia Laboral. Y nosotros, desde la Oficina y el Ministerio, acompañarlos en este proceso.